Por Peter BABEL
16 de septiembre de 2024A raíz de la difusión de diversos gestos y comportamientos para ligar en los supermercados de Mercadona, se han iniciado hipótesis, propuesta o normas, que se usarían como señas reconocibles para ligar en los hospitales.
Ligar en los supermercados no parece descabellado, ya que se trataría de cambiar el apetito de comida por el apetito sexual, sin embargo, el halo de rigor que requiere la enfermedad a algunas personas les chirría, como si la libido personal hubiera que dejarla en el guardarropa el personal sanitario.
Los clásicos nos enseñaron que siempre se ha ligado en la ceremonias religiosas, en el interior de las iglesias, y mi experiencia me incita a recordar que, cuando los velatorios eran de obligado cumplimiento -en las casas del fallecido o en el tanatorio- allá hacia las 3 o las 4 de la madrugada, el efecto del café y del alcohol para combatir el sueño estimulaban la narración de chistes verdes e irrespetuosos. Los chistes más bestiales, que he escuchado a lo largo de mi vida, han tenido lugar a pocos metros de un cadáver. Y no creo que la muerte sea menos trascendente que la enfermedad.
En los hospitales siempre ha existido el nacimiento de una pasión amorosa entre el personal sanitario. Hay guardias nocturnas, por ejemplo, llenas de tensión y, otras, en las que el aburrimiento y la falta de tareas incitan a la prospectiva del coqueteo. Los únicos dos aspectos que habrán cambiado serán lo de llevar una manga arremangada o no, o las dos, y que, en los ligues heterosexuales, los médicos tienen la posibilidad de ligar con médicas -no sólo enfermeras- y los enfermeros la ocasión de tener un flirt con una médica.
Y que nadie se escandalice. Se liga en todos los trabajos, desde refinerías de petróleo a comisarías de Policía. Lo único que podemos pedir es que esa circunstancia no rebaje la atención en el trabajo.