Por Clara Bravo
1 de octubre de 2025Confieso que estoy muy ilusionada con la Inteligencia Artificial, por si un día, no muy lejano, descubren una IA que me quite la plancha. ¡Eso sí que sería un paso gigantesco en el avance de la Humanidad, y en la inclusión feminista! Ya hay maridos que hacen la compra, que cocinan, que limpian, pero no tengo noticias de ninguno que planche las sábanas o sus camisas.
Mientras llega ese día clamorosamente feliz, ya hay una IA que se encarga de aconsejar a parejas en crisis. Tengo varias amigas que han echado mano del consejero matrimonial, del psicólogo y de otros terceros, con resultados muy diversos, pero estamos ante un mediador nuevo.
No sé. A mí la IA me parece muy bien para calcular con datos, sintetizarlos, y llevar a cabo algoritmos, pero en cuestiones emocionales tengo mis dudas. De momento, el enamoramiento no tiene nada qué ver con la inteligencia. Todos los días te relacionas con parejas, y piensas a menudo qué habrá visto ella, tan brillante, en ese hombre que parece que está en la adolescencia, o qué habrá visto él, un hombre tan brillante como simpático y agradable, con ese cardo de mujer. Y, pese a nuestras apreciaciones, se llevan bien y son parejas duraderas.
Estoy convencida que, si esas parejas, antes de casarse, le hubieran consultado a la IA, les habría dicho que no se les ocurriera irse a vivir juntos. Entonces, me pregunto: ¿Si el enamoramiento natural, no tiene nada que ver con la inteligencia, cómo la Inteligencia Artificial puede arreglar el desenamoramiento… también natural?
Y no estoy en contra, que conste, porque yo espero que, un gran día, me traigan una IA, que me quite la plancha.