Shanghai, un paraíso para ómicron

Shanghai sigue cerrado a cal y canto porque los contagios por ómicron siguen disparados. Los más de 26 millones de habitantes de la capital financiera de China viven el calvario de las restricciones del plan “cero Covid” del gobierno. Medidas que no funcionan. Más de 59.000 casos positivos lo confirman. Además, los fallecidos aumentan cada día; ya van más de 500 muertos notificados en Shanghai desde el comienzo del confinamiento. Aun así se atisba la esperanza, de los más de 20.000 casos diarios que se notificaban se han pasado a 6.000. Quizá ómicron está remitiendo o quizá está rematando.

Las tensiones son palpables entre los ciudadanos, porque el confinamiento sigue siendo muy estricto. Y no solo se contagia ómicron, también se contagia el nerviosismo a ciudades próximas como Pekín, que ha sufrido en los últimos días la aparición de 500 casos positivos y ha decidido empezar a imponer restricciones como el cierre de algunas líneas de metro. En total, se estima que Pekín ha cerrado más de 40 estaciones, cerca de un 10% del total, y ha cerrado 158 líneas de autobús, la mayoría de ellas en el distrito de Chaoyang, donde se han registrado más contagios.

El Gobierno ha pedido a sus ciudadanos que hagan teletrabajo siempre que puedan para evitar más contagios. Las autoridades de Pekín decidieron además que, para cortar la trasmisión comunitaria en medio de las festividades del Día de los Trabajadores, una fiesta muy importante en China, se cerraran complejos residenciales y se prohibió comer en el interior de los restaurantes hasta el final del puente festivo. Los lugares de ocio también han permanecido cerrados estos días.

Además, todos los ciudadanos tendrán que hacerse una quinta prueba PCR antes de incorporarse a sus trabajos y a las escuelas. Ya llevan cuatro cribados obligatorios.

Taiwan relaja restricciones
En otra gran ciudad insular, Taiwan, ómicron campa a sus anchas. Los casos de contagio han aumentado un 30% en un solo día, superando los 23.000 casos, pero las autoridades se niegan a imponer restricciones tan duras como las de sus vecinos peninsulares. Están intentando normalizar el virus siguiendo el ejemplo de muchos países occidentales.

 

 

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