Por Andrea Rivero
10 de junio de 2022El cáncer de próstata tiene una elevada prevalencia en España, siendo el que más afecta a los hombres. A nivel mundial ocupa el segundo lugar con más de 1,2 millones de hombres afectados. Por ello, concienciar a la población masculina de su diagnóstico precoz es esencial para mejorar la eficacia del tratamiento y aumentar la supervivencia.
En el año 2021 se diagnosticaron más de 35.000 nuevos casos de cáncer de próstata en España, colocándose en tercera posición en cuanto a tasa de mortalidad. Con un 5,8% solo le superan el cáncer de pulmón y el colorrectal.
La incidencia de este cáncer va aumentando con la edad, afectando en mayor medida a hombres mayores de 70 años. Uno de los peligros de esta enfermedad es que no produce ningún síntoma en fases iniciales. En fases más avanzadas la sintomatología comienza a notarse en la frecuencia con la que se va a orinar, la presencia de sangre en la orina o en el semen, la pérdida de peso y la disfunción eréctil.
El diagnóstico precoz es esencial. Es más, los controles rutinarios permiten detectar más del 90% de los cánceres de próstata a tiempo. De acuerdo con el doctor Francisco Anglada, responsable de urología del Hospital Reina Sofía de Córdoba, “en la mayoría de los casos diagnosticados el cáncer de próstata es asintomático. Habitualmente se diagnostica al realizar un chequeo rutinario, o porque se acude a consulta por síntomas urinarios”.
Los factores de riesgo de la enfermedad
En la actualidad no se
conoce ningún factor de riesgo externo, ambiental o tóxico, que aumente la
probabilidad de sufrir este tipo de tumor. El principal factor de riesgo
conocido es la edad. Está comprobado que esta enfermedad es casi
inexistente en menores de 40 años y comienza a incrementar su incidencia a
partir de los 50. Según el doctor Anglada, “en la novena década de vida el 80%
de hombres fallecidos por cualquier causa presentan cáncer de próstata en
estudios de autopsia”.
También está demostrado que los hombres de raza negra presentan un mayor riesgo de padecer este tipo de cáncer, de que aparezca a edades más tempranas y de que sea más agresivo.
El doctor Anglada apunta que, “aunque la mayoría de los cánceres de próstata ocurren en hombres sin antecedentes familiares de la enfermedad, tener un familiar directo afectado supone un riesgo hasta dos veces superior de desarrollarla, sobre todo si el diagnóstico ha sido a edades tempranas”.
El tratamiento contra el cáncer de próstata
El tratamiento de este tipo
de tumores dependerá de si se encuentra diseminado o está localizado. Se
suelen seguir tres abordajes: la prostatectomía abierta, la prostatectomía
laparoscópica y la cirugía robótica, que es la más innovadora.
De acuerdo con el doctor Anglada, “el tratamiento de cáncer de próstata se ha beneficiado de una auténtica revolución en las dos últimas décadas. Este progreso se ha aplicado en todos los estadios de la enfermedad, desde el cáncer localizado hasta el metastásico resistente a castración”.
En el cáncer localizado y locamente avanzada las nuevas técnicas permiten extender la cirugía mínimamente invasiva manteniendo los resultados y reduciendo los pacientes que se someten a cirugías abiertas. En este sentido, las operaciones con el robot Da Vinci son preponderantes. El doctor Anglada aclara que, “el apoyo de la cirugía robótica permite aplicar la mínima invasión incluso a casos en los que la laparoscopia es dificultosa y se hace desaconsejable”.
Los resultados oncológicos y funcionales son superiores en la cirugía robótica, sobre todo en lo referente a una recuperación temprana de la capacidad eréctil o la continencia. De acuerdo con el doctor Anglada, “la evidencia en la ventaja de control oncológico no es tan significativa, pero la cirugía robótica permite el abordaje seguro de casos en los que no sería factible mediante laparoscopia y cirugía abierta”.
Gracias a los avances médicos, un 80% de los pacientes diagnosticados de cáncer de próstata siguen vivos a los 10 años del diagnóstico, todo ello debido a la eficacia de los tratamientos actuales y al diferente grado de agresividad de los tumores.