Por Pedro Gargantilla, director médico de Medicina Responsable
20 de enero de 2025El examen MIR es una prueba rigurosa que evalúa conocimientos médicos extensos y habilidades de resolución de problemas. Al ser un examen tipo test, cada pregunta presenta cuatro opciones, lo que introduce un elemento de probabilidad en el proceso de respuesta. Pero, ¿cómo de aleatorio es realmente este proceso?
Desde una perspectiva puramente matemática, si no tienes ningún conocimiento sobre una pregunta, elegir al azar una de las cuatro opciones nos daría una probabilidad del 25% de acertar. Sin embargo, debido a la penalización por respuesta incorrecta, responder al azar no es una estrategia óptima. Si respondiéramos 100 preguntas al azar, estadísticamente acertaríamos 25 y fallaríamos 75, lo que resultaría en una puntuación de 25 - (75 × 0.33) = 0.25 puntos. Es decir, una estrategia de respuesta aleatoria nos llevaría a un resultado negativo.
Nuestro cerebro es una máquina compleja que utiliza diversas estrategias para procesar información y tomar decisiones. Al enfrentarnos a una pregunta tipo test, nuestro cerebro elimina opciones claramente incorrectas, busca pistas en el enunciado, evalúa la plausibilidad de cada opción y utiliza atajos cognitivos.
Desde una perspectiva neuropsicológica el proceso cognitivo durante el examen MIR es fascinante, ya que cuando un candidato se enfrenta a una pregunta, ocurren varios procesos simultáneos: reconocimiento de patrones, descarte cognitivo y gestión del tiempo.
Nuestro cerebro inmediatamente busca patrones similares en su banco de conocimientos. Evidentemente, este proceso es más eficiente cuanto más casos clínicos y preguntas tipo MIR haya resuelto previamente el candidato.
Incluso cuando no se está completamente seguro de la respuesta correcta, el conocimiento médico permite descartar opciones claramente incorrectas. Este proceso reduce la probabilidad de error y aumenta significativamente las posibilidades de acierto.
Además de todo esto, el cerebro debe mantener un equilibrio entre la precisión y la velocidad de respuesta, ya que dispone de, aproximadamente, un minuto por pregunta. Por eso, la primera estrategia es descartar las opciones que sabemos con certeza que son falsas. Esto reduce el número de opciones posibles y aumenta las probabilidades de acertar.
En definitiva, nuestro cerebro busca palabras clave, conceptos relacionados y posibles distractores en el enunciado de la pregunta. Cada opción se compara con el conocimiento previo y se evalúa su coherencia lógica. Pero no debemos olvidar que, con frecuencia, nuestro cerebro recurre a reglas generales y atajos mentales para tomar decisiones rápidamente, aunque esto puede llevar a errores.
El entrenamiento para el MIR puede optimizarse utilizando principios matemáticos y cognitivos. La curva de aprendizaje en la preparación del MIR sigue aproximadamente una función logarítmica: los primeros meses de estudio producen mejoras muy significativas, pero el progreso se va ralentizando con el tiempo.
La fórmula del éxito podría representarse así: Rendimiento = (Conocimiento Base × Práctica de Casos) + (Velocidad de Respuesta × Precisión) - (Fatiga × Estrés)
El entrenamiento debe enfocarse en varios aspectos clave: memorización estructurada, la práctica deliberada y la gestión de la incertidumbre. Y es que no se trata solo de memorizar datos, sino de crear conexiones lógicas entre conceptos. Las redes neuronales artificiales nos han enseñado que las conexiones múltiples entre conceptos mejoran significativamente la recuperación de información.
Los estudios cognitivos demuestran que resolver preguntas tipo test de manera espaciada en el tiempo (repetición espaciada) es más efectivo que las sesiones intensivas de estudio. La razón matemática detrás de esto es que la consolidación de la memoria sigue una curva de retención que mejora con la repetición espaciada.
En cuanto a la gestión de la incertidumbre, se ha comprobado que en preguntas donde existe duda entre dos opciones, la probabilidad de acierto aumenta al 50%. En estos casos, la decisión de responder debe basarse en un análisis de costo-beneficio considerando la penalización.