Por Andrea Rivero
6 de mayo de 2022La resistencia que están desarrollando las bacterias a los antibióticos es un problema que amenaza la vida de millones de personas en el mundo. La elaboración de nuevos tratamientos es indispensable, pero según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 82% de los antibióticos aprobados recientemente son derivados de otros que presentan un grado de farmacorresistencia. Por ello, muchos investigadores están buscando otras vías como la terapia fágica o la fagoterapia.
Siempre se habla de virus y bacterias con un tono negativo, pero la realidad va más allá. En el mundo microbiano también existen microorganismos de los que se pueden obtener beneficios como, por ejemplo, los virus bacteriófagos.
Los bacteriófagos o fagos son virus que infectan a las bacterias y se “alimentan” de ellas. El virus penetra en una bacteria, la infecta y se replica dentro de ella hasta que revienta y ambos mueren. De acuerdo con Pedro García, investigador del grupo de ingeniería de proteínas frente a la resistencia a antimicrobianos del CSIC, “los bacteriófagos son virus exclusivamente de bacterias, no infectan a otro tipo de células y, además, lo hacen selectivamente. Es decir, cada fago se adhiere a los receptores de un tipo de bacteria en concreto.
El uso de estos virus de manera terapéutica ya se estuvo analizando a principios del siglo XX, aunque de manera poco controlada y sin mucho rigor científico. Pero, desde hace unas décadas se ha comenzado a estudiar más profundamente el uso terapéutico de los fagos motivado por la aparición de bacterias multirresistentes. Según García, “cada vez hay más bacterias que se hacen resistentes, primero a un determinado antibiótico, pero luego, van sumando resistencias hasta el punto de que algunas cepas bacterianas ya no responden a prácticamente ningún antibiótico porque son resistentes a todo”.
Contra estas bacterias no hay tratamientos que funcionen actualmente. La Agencia Española del Medicamento (AEMPS) indica que al año mueren 33.000 personas en Europa debido a infecciones causadas por bacterias resistentes. De esas 33.000 muertes, 4.000 se registran en España.
La terapia fágica
La terapia con fagos se desglosa a su vez en dos tipos de modalidades. Por un lado, se puede utilizar el virus al completo o, por otro, se puede hacer uso de una proteína concreta que fabrican los fagos y que se encarga de cortar el envoltorio de las bacterias a las que se unen.
El investigador García indica que, “las bacterias multirresistentes hay que tratarlas de otra manera. Primero hay que aislar la bacteria que está produciendo la infección para estudiar y saber de qué bacteria se trata y qué características tiene. Tras esto, se buscan fagos específicos que infecten y maten a esa bacteria y se realizan ensayos en un laboratorio para escoger la mejor opción. Y se comienza el tratamiento con el paciente, siendo lo más habitual, inyectarlo intravenosamente”.
Los tratamientos con fagos tienen ciertos beneficios respecto a los antibióticos y, según García, son los siguientes:
1. La búsqueda de fagos lleva tiempo, pero no tantos años como la investigación de antibióticos. Además, esto también se traduce en menores costes.
2. Ya no se crean nuevos antibióticos, se van modificando los ya existentes y salen a la luz nuevas generaciones de un mismo antibiótico. Por el contrario, existen millones de fagos en el planeta y no es muy difícil encontrar los necesarios para algunas bacterias.
3. Las bacterias también pueden generar resistencia a los fagos, pero estos son capaces de matarlas antes de que desarrollen la resistencia.
Como el investigador Pedro García muchos otros en todo el mundo estudian y desarrollan terapias con fagos porque son conscientes de lo importante que pueden ser estos tratamientos en el futuro. Porque las bacterias se resisten a los antibióticos, pero los fagos no se resisten a ellas.