Por Eva Abajo
21 de junio de 2023La soledad puede matar. Hasta la fecha, numerosas investigaciones han establecido una clara relación entre estar solo y vivir menos años. Pero nunca con tanta rotundidad como en el último macroanálisis publicado en la revista Nature Human Behaviour, que ha cruzado los datos de más de dos millones de personas.
Durante los últimos cuarenta años, un equipo de científicos liderados por Fan Wang, del departamento de Epidemiología de la Universidad de Harbin, en China, ha realizado un seguimiento de más de dos millones de personas, analizando su rutina diaria y sus hábitos de vida. Las conclusiones obtenidas no dejan lugar a dudas; la soledad mata. “En la población general, tanto el aislamiento social como la soledad se asocian significativamente con un mayor riesgo de mortalidad por cualquier causa. Una mayor atención al aislamiento social y a la soledad puede ayudar a mejorar el bienestar de las personas y reducir el riesgo de mortalidad”, afirman los investigadores.
El equipo científico continuó con la tendencia iniciada en otras investigaciones prospectivas y estableció una distinción clara entre el aislamiento, entendido como “una falta objetiva de contacto social con otras personas”, y la soledad, definida por los autores como “un sentimiento subyacente de angustia, que surge cuando existe una discrepancia entre las relaciones sociales deseadas y las reales”.
Tras analizar factores como el sexo, la edad y el nivel educativo y económico de los participantes en el análisis, los investigadores concluyeron que la falta de compañía eleva el riesgo de morir por cualquier causa en un 14%. Este porcentaje se traslada a los pacientes que tienen diagnosticado cáncer o enfermedades cardiovasculares, cuyo pronóstico empeora si se sienten aislados.
Además, los efectos de la soledad también varían en función del género. Aunque hombres y mujeres se ven afectados por la falta de compañía, ellas tienen más tendencia a sentirse solas, a pesar de que suelen establecer vínculos que perduran a lo largo de la vida. En cambio, son ellos los que tienen mayor dificultad para vivir sin compañía, especialmente a edades avanzadas.
Las conclusiones del estudio apuntalan la idea de que la soledad puede conducir a la muerte prematura, debido a los hábitos poco saludables que adoptan las personas que viven sin compañía, que incluyen comer a deshoras o dormir menos tiempo del recomendado. Los investigadores lo dejan claro: “la soledad promueve comportamientos poco saludables, como la mala alimentación y la inactividad física, que pueden aumentar el riesgo de muerte”.