Por Andrea Rivero
4 de agosto de 2022Cuando hace 204 años Mary Shelly publicó la novela “Frankenstein”, seguro que todo el mundo la veía como pura fantasía o ciencia ficción. Pero, dos siglos más tarde, los científicos son capaces de trasplantar órganos de animales a personas o recuperar las funciones de órganos que llevan horas muertos. Esto último es lo que han conseguido unos investigadores de la Universidad de Yale gracias a una solución sustituta de la sangre.
Los científicos de la universidad norteamericana conectaron unos cerdos, que llevaban muertos una hora, a un sistema llamado OrganEx, capaz de bombear sangre artificial por todo el cuerpo de los animales. Este líquido contenía sangre de los propios animales y 13 compuestos extra que consiguió ralentizar la descomposición de los cuerpos y restaurar algunas funciones de los órganos.
Para llegar a este estado, anteriormente el equipo se hizo con varios cerdos y los monitoreó durante tres días. Después, los animales fueron sedados y conectados a unos ventiladores antes de inducirles un paro cardíaco y, tras comprobar la falta de pulso, se desconectaron de los ventiladores. Una hora después de haber confirmado su muerte, volvieron a conectarlos y a administrarles anestesia, tras esto a algunos se les administró OrganEx, otros fueron conectados a una máquina de oxigenación por membrana extracorpórea (ECMO) y otros no recibieron ningún tratamiento.
Los resultados mostraron que, tras seis horas, la circulación se había reiniciado de manera más efectiva en aquellos que recibieron la solución OrganEx. El oxígeno había comenzado a fluir por sus tejidos y un escáner cardíaco detectó cierta actividad eléctrica y contracción. También notaron que los hígados de estos cerdos produjeron mucha más proteína albúmina y las células de sus cuerpos reaccionaban más a la glucosa, sugiriendo una reactivación del metabolismo.
Según el doctor Gabriel Oniscu, cirujano de trasplantes en el Royal Infirmary de Edimburgo, “dada la diferencia en cómo les fue a los órganos de los cerdos con OrganEx, en comparación con ECMO, este es potencialmente un estudio histórico que podría aumentar significativamente la cantidad de órganos que podrían recuperarse para el trasplante".
Pero, para llegar a ese punto, todavía quedan muchos estudios e investigaciones por hacer, así como superar las barreras éticas, “especialmente si la técnica pudiera algún día restaurar la actividad cerebral después de la muerte”, apuntan los autores del experimento.