Por Santiago Melo
22 de octubre de 2025Investigadores de la Universidad de Edimburgo han identificado una correlación genética significativa entre la inteligencia infantil y la longevidad, lo que proporciona nuevas claves sobre los mecanismos biológicos que conectan la función cognitiva temprana con una mayor esperanza de vida.
El estudio, publicado en la revista Genomic Psychiatry, analizó los datos genéticos de más de 400.000 personas, combinando información sobre la inteligencia medida durante la infancia con registros de longevidad parental. Esta aproximación evitó posibles sesgos derivados de condiciones de salud en la edad adulta, que podrían influir tanto en el rendimiento cognitivo como en la supervivencia.
Los investigadores encontraron que existe una conexión genética bastante fuerte entre la inteligencia en la infancia y vivir más años. Esto significa que algunas características heredadas pueden influir tanto en ser más inteligente de niño como en tener una vida más larga. Además, comprobaron que casi un 30% de estas dos cualidades (inteligencia y longevidad) se deben a factores genéticos.
Una de las conclusiones más destacadas del trabajo es que esta conexión no puede explicarse únicamente por factores como el estatus socioeconómico o la educación alcanzada en la edad adulta, lo que refuerza la hipótesis de una base genética compartida. “Nuestros hallazgos apoyan la idea de que ciertos perfiles genéticos no solo predisponen a una mayor capacidad cognitiva, sino también a una mejor resistencia biológica frente al envejecimiento”, señalan los autores.
Los expertos barajan varias explicaciones sobre esta relación. Una de ellas es que ciertos genes pueden influir tanto en el desarrollo del cerebro como en la salud general del cuerpo. Otra posibilidad es que ser más inteligente desde niño lleve a tener mejores oportunidades educativas, cuidar más la salud y conseguir trabajos con mejores condiciones, lo que al final ayuda a vivir más tiempo.
Los investigadores creen que apoyar el desarrollo intelectual desde la infancia no solo mejora el aprendizaje, sino que también puede tener beneficios para la salud a largo plazo. Además, entender esta relación genética podría servir para crear tratamientos o consejos médicos más adaptados a cada persona y fomentar un envejecimiento más saludable.
Según una revisión previa de estudios epidemiológicos, por cada aumento de una desviación estándar en las puntuaciones de inteligencia infantil, se reduce el riesgo de mortalidad hasta en un 24%. Ahora, este nuevo análisis genético ayuda a entender por qué.