Por Lucía de Mingo
22 de abril de 2022Los microplásticos y los nanoplásticos poco a poco van expandiéndose por mar, aire y tierra. De hecho, son uno de los grandes problemas medioambientales del siglo XXI y pueden pasar a ser uno de los problemas de salud pública más preocupantes en un futuro no muy lejano. A pesar de que son pequeños fragmentos de plástico que no superan los cinco milímetros de tamaño ya se han incorporado a nuestra cadena alimentaria.
Un grupo de investigadores holandeses encontraron la presencia de estas partículas en las muestras de sangre de 17 de los 22 sujetos que participaban en el estudio del proyecto Inmmunoplast. Estos resultados fueron publicados en la revista científica Enviroment International.
No obstante, esta muestra es muy reducida y los investigadores están volcados en ampliar tanto el número de individuos participantes como los tipos de plásticos analizados. Además, aún se tiene que investigar sobre cómo afecta la presencia de estas partículas a nuestra salud y, sobre todo, en la población más vulnerable.
“Nuestro estudio es la primera indicación de que tenemos partículas de polímero en la sangre, es un resultado innovador”, afirma Dick Vethaak, ecotoxicólogo de la Universidad Libre de Ámsterdam. Además, añade que debemos estar preocupados ya que “las partículas están ahí y son transportadas por todo el cuerpo”.
En el estudio se comprobó que los plásticos más comunes fueron el tereftalato de polietileno, el polietileno y los polímeros de estireno. Pero ¿cómo pueden entrar los microplásticos en nuestro organismo? Desde la inhalación de estas micropartículas, vía nasal, hasta a través de los alimentos, vía oral. La cadena está clara: millones de plásticos acaban en ríos, mares, lagos, campos, bosques… poco a poco se van degradando y sus restos son ingeridos por la fauna de esa zona que posteriormente pasará a formar parte de nuestra alimentación.