Por Gema Puerto
27 de junio de 2022Jonathan es una tortuga y es el animal terrestre más viejo del mundo con 190 años. Vive en las islas Seychelles y nació en 1832.Sin embargo, no es el único caso de senectud; otros animales de sangre fría como las salamandras cumplen años sin que apenas se deteriore su organismo.
Como asegura, Fernando Colchero, coautor de un nuevo estudio de la Universidad del Sur de Dinamarca, que ha analizado tortugas de 52 especies diferentes: “Es difícil hacer una relación directa entre el envejecimiento en tortugas y en humanos, pero conocer otras estrategias posiblemente nos permita explorar otras formas de reducir el envejecimiento”.
Los investigadores de la universidad danesa han observado que el 75% de las especies de tortugas analizadas mostró una senescencia muy lenta, e incluso falta de envejecimiento biológico. De acuerdo con Colchero, “es posible que tengan mecanismos fisiológicos más eficientes para utilizar la energía que tienen disponible para la reparación de daños en las células y los tejidos. Ahora, esto todavía no se sabe y se empieza a estudiar”.
Los mamíferos y aves, debido a las limitaciones en la distribución de recursos, dejamos de crecer cuando alcanzamos la edad de madurez sexual, pero como explica Colchonero, “algunas especies, como las tortugas, pueden seguir creciendo e incluso su capacidad de reproducirse aumenta con la edad”.
Vivir en acuarios reduce el envejecimiento
Un segundo estudio de la Universidad Northeastern de Illinois ha puesto de manifiesto que las tortugas envejecen menos cuando disfrutan de mejores condiciones ambientales en zoológicos y acuarios, en comparación con las que viven de forma salvaje.
Además, otros factores que influyen en su senectud son los característicos caparazones duros que tienen las tortugas y que contribuyen a ralentizar su envejecimiento, y la forma de regular su temperatura corporal, que es diferente a los animales de sangre caliente, como los humanos.
El secreto podría estar en los telómeros
Como ya averiguó un equipo del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), liderado por María Blasco, en un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), la longevidad de un ser vivo está determinada por sus telómeros, es decir, las estructuras que protegen los cromosomas, que son a su vez los que contienen la información genética en el interior de una célula. Dime a qué velocidad se acortan tus telómeros -los extremos de los cromosomas- y te diré cuánto vas a vivir.
Después de que Blasco comparara los procesos de envejecimiento de las personas con los de otras especies animales como el elefante o el delfín, se dieron cuenta de que la longitud de los telómeros va variando a medida que envejece un organismo y ellos son una de las explicaciones al envejecimiento de los organismos. “En los humanos los telómeros son determinantes de la longevidad. Las personas que tienen alteraciones o mutaciones en la telomerasa, (enzima responsable de la longitud de los telómeros) mueren de manera prematura por enfermedades como la fibrosis pulmonar, hepática o renal, que se producen cuando las células de los tejidos se mueren y no se pueden regenerar”, explica María Blasco.