Por Lucía de Mingo
10 de junio de 2022Dos nuevos prototipos, creados por investigadores del Instituto de Ciencia y Tecnología de Corea del Sur y publicados en la revista ScienceRobotics, muestran cómo se puede crear una piel artificial que sea capaz de percibir y sentir, al igual que lo hace el ser humano. Esto va cerrando cada vez más la brecha que separa la inteligencia artificial y la humana.
La piel es el órgano más grande del cuerpo humano. Representa en torno al 16% de nuestro peso corporal total. El 70% de su composición es agua, el 27,5% proteínas, el 2% de materia grasa y el 0,5% de sales minerales y oligoelementos. Gracias a él podemos ver si algo quema, si es áspero, suave o rugoso, sentimos las caricias, los golpes… Además, probablemente es uno de los factores que más nos diferencian de los robots.
Para intentar asemejar más aun los robots a los humanos, los investigadores han desarrollado una estructura multicapa que replica la estructura de nuestra piel. Combinando hidrogel con silicona y usando pequeños electrodos y micrófonos han logrado que esta pseudo-piel sienta.
Es capaz de detectar estímulos de fuerza y presión e incluso sensaciones. Los científicos han señalado que, a través de la tecnología de imagen y el maching learning, tecnologías que han utilizado para clasificar y transformar los datos en sensaciones, han observado que detecta hasta las cosquillas. Además, comprobaron la efectividad de esta piel en una prótesis de brazo y se cercioraron de que era capaz de detectar correctamente estímulos físicos.
Otro estudio dirigido por Jose Barreiros, científico de la Universidad de Cornell de EE. UU, también publicado en la revista Science Robotics, ha logrado lo mismo, pero a través de un desarrollo optoelectrónico. Gracias a la monitorización de sensores LED, integrados en la estructura multicapa que simula la piel, el sistema es capaz de percibir cambios de temperatura, presión o el dolor. La clave reside en que las fluctuaciones de la intensidad de la luz indican si la piel está sintiendo más o menos temperatura, más o menos presión o si está siendo dañada. "La luz se interpreta por un modelo supervisado de aprendizaje que estima la temperatura, la localización, la presión, el gesto o incluso el daño que se percibe en regiones próximas y distales del cuerpo", señalan los investigadores.
Miles de receptores convierten a la piel en el órgano más extenso de nuestro cuerpo. Se estima que tan solo una mano posee unos 17.000 receptores que permiten que la información derivada de los estímulos táctiles llegue desde la superficie de nuestra piel hasta la corteza cerebral. Por ello, que la piel artificial sea capaz de sentir abre un nuevo horizonte que afectará positivamente tanto a pacientes como a la propia evolución de la inteligencia artificial.