Por Juan García
11 de diciembre de 2024La desinformación, el negacionismo y la circulación de mensajes no amparados por la ciencia es un problema de primer orden para los investigadores. Desde la proliferación de las pseudoterapias hasta la difusión de discursos antivacunas o que desautorizan las evidencias sobre el cambio climático. Estos mensajes son una realidad que encuentra el caldo de cultivo perfecto en las redes sociales y que se ceba con los propios investigadores.
Estos investigadores compaginan su labor investigadora con divulgación y la atención a medios de comunicación para abordar temas relacionados con su campo. Un papel complementario que, sin embargo, les pasa factura en numerosas ocasiones con la recepción de mensajes hostiles, insultos y ataques a su capacidad o integridad profesional. Con el objetivo de arrojar luz sobre este fenómeno y tratar de cuantificar su impacto en España, el Science Media Centre (SMC) ha realizado una encuesta en la que han participado más de 200 investigadores. Según esta encuesta, el 51% de los investigadores han recibido algún ataque tras hablar sobre ciencia en los medios en los últimos cinco años. La periodista y doctora en comunicación Maider Eizmendi ha explicado que el propósito de este estudio es “poner este tema sobre la mesa con datos”.
“No les gusta que haya investigación sobre temas que puedan afectar a sus intereses comerciales y que ellos no controlen”. “Recibía continuamente emails difamándome e insultándome”. “En redes han dicho que los resultados que obtenemos son falsos y que el Gobierno nos paga para que digamos ciertas cosas”. Estos son algunos de los mensajes que han recopilado en la encuesta y que ilustran estos ataques.
El Covid y las vacunas son los dos temas estrella que más ataques han generado a los encuestados. Entre la variedad de ataques, en el estudio se han distinguido por categorías, siendo los insultos y los ataques a la capacidad o integridad profesional los más frecuentes, llegando en algunos casos al punto de las amenazas. La red social X (antes Twiter) es el espacio donde se producen la mayor parte de estos ataques, con un 60% de las experiencias señaladas por los investigadores.
Una realidad donde “operan los estereotipos de género”, según ha explicado Eizmendi. Aunque en la muestra había una mayoría de hombres (55%), el porcentaje de mujeres afectadas por estos ataques es diez puntos superior al de los hombres (56% vs 46%). Las mujeres científicas son desacreditadas con más frecuencia como profesionales y se les ataca hasta nueve veces más que a los hombres por su físico. “De alguna manera a los hombres se les presupone una capacidad científica que a las mujeres aun no. A los hombres se les ataca más por su integridad profesional que por su capacidad”. Algo que también se constata con los propios comentarios recopilados: “Los comentarios negativos más frecuentes eran insultos a mi físico o a mi capacidad como científica”. “Me insultaron y sembraron dudas sobre la legitimidad del proceso en el que obtuve la beca”.
A la hora de colaborar con medios de comunicación, entre los principales beneficios para los investigadores, ocho de cada diez destacan la capacidad de hacer llegar su mensaje y más de la mitad el aumento de la visibilidad que ganan para sus investigaciones. Sin embargo, la contrapartida de los ataques recibidos ha llevado a un 16% a tomar la drástica decisión de dejar de divulgar. “Me identificaron los grupos antivacunas y atacaron mi perfil. Me borré de todas las RRSS”, relata uno de los testimonios de los encuestados.
Más del 28% señalan que les ha afectado de manera significativa, aunque son más los que afirman que no. La experiencia de la participación en medios es mayoritariamente positiva (58,65%), siendo el miedo a que se tergiverse su mensaje una preocupación para la mitad de los encuestados.
Según recoge la encuesta, entre los investigadores hay una buena parte que reclaman mecanismos de protección y vías de comunicación con las instituciones en las que trabajan para canalizar estos ataques.