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Un estudio estadounidense confirma que la luz artificial nocturna eleva el riesgo de enfermedades cardiacas

Esta investigación, todavía en fase preliminar, sostiene que la contaminación lumínica puede ser un factor ambiental por lo que, reduciéndolo, el impacto de estas patologías sería menor

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Un estudio estadounidense confirma que la luz artificial nocturna eleva el riesgo de enfermedades cardiacas

Por Medicina Responsable

4 de noviembre de 2025

La exposición a la luz artificial durante la noche está asociada con una mayor incidencia de enfermedades cardiovasculares, según un estudio preliminar que se presentará en las Sesiones Científicas del 2025 de la Asociación Americana del Corazón entre el 7 y el 10 noviembre en Nueva Orleans.

Según sus investigadores, los niveles elevados de luz artificial antes de dormir se vinculan a un incremento de actividad cerebral relacionada con el estrés, la inflamación de las arterias y un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiacas. Por ello, a pesar de que los hallazgos se consideran preliminares y no han sido revisados por expertos hasta el momento, el estudio demuestra que la contaminación lumínica es un factor ambiental que, si se modifica, podría reducir el número de enfermedades cardiacas en las comunidades con niveles más altos de luz nocturna.

Para llegar a esta conclusión, sus autores revisaron tomografías cerebrales e imágenes satelitales para demostrar una trayectoria biológica que vincula la exposición a la luz nocturna con dichas patologías. “Sabemos que los factores ambientales, como la contaminación sonora y del aire, pueden dar lugar a enfermedades cardiacas al afectar a nuestros nervios y vasos sanguíneos a través del estrés; y la contaminación lumínica es muy común; sin embargo, no sabemos en qué cantidades afecta al corazón”, ha afirmado el autor principal del estudio, Shady Abohashem, director de ensayos de imágenes de PET/CT cardíacas en el Massachusetts General Hospital, e instructor en la Harvard Medical School de Boston.

El análisis reveló que, cada incremento de la desviación estándar en la exposición a la luz se asoció con aproximadamente un 35% y un 22% de aumento del riesgo de desarrollar enfermedades cardiacas en períodos de seguimiento de cinco y 10 años, respectivamente. Además, estos riesgos eran más altos entre los participantes que vivían en áreas con estrés social o ambiental extra, como el ruido del tráfico intenso o los vecindarios de ingresos más bajos.

“Detectamos una relación casi lineal entre la luz nocturna y las enfermedades cardiacas: a mayor exposición a la luz nocturna, mayor es el riesgo. Incluso los incrementos modestos de la luz se vincularon con niveles de estrés cerebral y arterial más altos”, explicaba Abohashem. “Cuando el cerebro percibe el estrés, activa señales que pueden desencadenar una respuesta inmunológica e inflamar los vasos sanguíneos. Con el tiempo, este proceso puede contribuir a endurecer las arterias e incrementar el riesgo de sufrir un ataque cardíaco y un derrame cerebral”. Por ello, el experto aboga por reducir la iluminación innecesaria en exteriores, cubrir los faroles o usar luces con sensor de movimiento en las ciudades.



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