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Esfínteres artificiales, la solución al problema de la incontinencia urinaria en mujeres

Esta operación se ha llevado a cabo con éxito en el Hospital Rey Juan Carlos, del grupo Quirónsalud, en 16 mujeres

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Esfínteres artificiales, la solución al problema de la incontinencia urinaria en mujeres

Por Julia Porras

9 de febrero de 2023

Alrededor de 400 millones de personas en todo el mundo padecen incontinencia urinaria y, sólo en España, este trastorno que en muchas ocasiones se sufre en silencio afecta a más de seis millones de personas, según datos del Observatorio Nacional de la Incontinencia (ONI). 

Aunque esta patología puede afectar a ambos sexos, es mucho más frecuente entre las mujeres, con una prevalencia del 24% frente al 7% de los hombres y, cuando esto sucede, la calidad de vida de quien la sufre suele verse mermada considerablemente. Además, el estigma que existe alrededor de este trastorno en ocasiones genera en ellas problemas de depresión, inseguridad o aislamiento social. 

El origen

El origen de la incontinencia urinaria de esfuerzo puede ser por hipermovilidad uretral secundaria a debilidad de los elementos de sostén del suelo pélvico cuya causa más frecuente son los embarazos y los partos o por afectación directa del esfínter urinario externo debido a enfermedades neurológicas, cardiovasculares, diabetes, traumatismos, cirugías previas, etc. En ambos casos, aparece incontinencia urinaria con el movimiento o la actividad física (como toser, reír, estornudar, correr o levantar objetos pesados) por transimisión de presiones sobre la vejiga pero en el caso de existir afectación del esfínter urinario externo, la pérdida de orina, generalmente es más severa.

Pero existen soluciones para este problema. El Hospital Universitario Rey Juan Carlos , perteneciente al grupo Quirónsalud, integrado en la red pública madrileña, se ha convertido en el único centro de España que realiza la implantación de esfínteres urinarios femeninos artificiales mediante cirugía robótica, convirtiendo a su Servicio de Urología en pionero en esta área a nivel nacional. De hecho, el Hospital ya ha llevado a cabo este procedimiento en 16 mujeres que estaban condicionadas por una insuficiencia esfinteriana. 

Esfínter urinario artificial

El esfínter urinario artificial es un dispositivo hidráulico de tres componentes -manguito, bomba de activación y reservorio-, creado para tratar la incontinencia urinaria de esfuerzo de ciertos pacientes. "Este mecanismo nos permite suplir la función del esfínter urinario de forma fisiológica, ya que cierra la uretra cuando la vejiga se está llenando de orina, y la paciente puede activar el dispositivo para que se abra cuando desea miccionar", explica el doctor Miguel Sánchez Encinas, jefe del Servicio de Urología del hospital Universitario Rey Juan Carlos de Móstoles, quien precisa que el papel de la cirugía robótica es contribuir a implantar este mecanismo artificial de forma mínimamente invasiva y con mayor precisión que con la cirugía abierta. 

Para la colocación del esfínter femenino robótico es preciso el uso de dos tipos de tecnologías. Por un lado, se encuentra el propio dispositivo, "compuesto por un manguito, colocado alrededor del cuello de la vejiga que permite el cierre y apertura del mismo, para conseguir la continencia y evacuación vesical; la bomba de activación incorporada al labio mayor, que permite orinar a la paciente al pulsarla; y un reservorio a nivel pélvico, que contiene el líquido necesario para la apertura y cierre del manguito". Por otro lado, es completamente necesaria la tecnología de cirugía robótica puesto que, gracias a su alta precisión quirúrgica y con la visión en tres dimensiones que aporta, se reduce mucho el porcentaje de complicaciones durante el procedimiento de inserción de este mecanismo.

Implantación en pacientes

Pero este método ¿sirve para todas las pacientes? El implante del esfínter urinario artificial está indicado para aquellas pacientes que presentan un esfínter urinario no competente para evitar las perdidas involuntarias de la orina, generalmente por enfermedades neurológicas o por traumatismo durante el parto. Pero también “la reservamos para pacientes que se han sometido a intervenciones quirúrgicas para corregir la incontinencia y que no lo han conseguido. Es lo que denominamos incontinencias urinarias complejas”, explica el doctor Sánchez.

En realidad, “solo presentaría limitaciones en pacientes con ausencia de destreza manual o cognitiva para la activación del mismo, es decir, aquellas personas que presenten problemas de movilidad en las manos no serían candidatas al implante”, afirma el doctor David Carracedo Calvo, especialista del Servicio de Urología del hospital Rey Juan Carlos.

Doble tecnología puntera, factor clave del éxito

Este procedimiento, que se lleva a cabo desde septiembre de 2018, tiene un objetivo claro: conseguir que pacientes con este tipo de afecciones puedan disfrutar de nuevo de una vida normal, sin limitaciones en sus actividades físicas, laborales o en sus relaciones sociales. Y es que como indica el doctor Carracedo, “las pacientes que lo llevan pueden llevar una vida absolutamente normal en todos los ámbitos, actividad física, social e incluso vida sexual sin problema”. Además, el especialista incide en que la paciente no debe olvidar que "cuando desee vaciar su vejiga, tiene que activar la bomba del esfínter, mediante una presión suave para permitir la apertura del dispositivo". 

Para el doctor Sánchez Encinas, el éxito de este tipo de cirugía se refleja en que "el 90% de las pacientes se encuentra completamente continente, sin necesidad de utilizar ningún tipo de absorbentes (compresas), y el 10% restante presenta una importante mejoría de su incontinencia”. La combinación de la implantación del esfínter artificial, como tratamiento más fisiológico para la incontinencia urinaria, y el uso de la cirugía robótica, que presenta menos riesgo de infección y de extrusión, menor dolor y una rápida recuperación, son los dos factores que explican los resultados tan satisfactorios. 

Además, son dispositivos que tienen una larga vida de entre 12 y 14 años, aunque durante ese tiempo haya que cambiar algún componente.

 



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