
Por Medicina Responsable
1 de diciembre de 2025Un equipo internacional, coliderado por la investigadora de la Universidad de Málaga (UMA) y de Ibima Plataforma Bionand, Elena González Muñoz, ha logrado potenciar la eficacia de un fármaco existente contra células de glioblastoma al combinarlo con nanopartículas de carbono, aumentando su eficacia y su especificidad y reduciendo al mínimo el daño en células sanas.
Así lo han dado a conocer desde el Instituto de Investigación Biomédica (Ibima) Plataforma Bionand en un comunicado, en el que destacan que el equipo multidisciplinar, ha desarrollado una prometedora terapia experimental contra el glioblastoma, el tipo de cáncer cerebral más agresivo y con peor pronóstico.
El estudio, publicado en la revista internacional Journal of Nanobiotechnology, ha sido coliderado por la investigadora Elena González Muñoz, del área de Biología Celular de la UMA e investigadora responsable del grupo Reprogramación celular (iPSCs) y modelos celulares de enfermedad para aplicaciones biomédicas de Ibima Plataforma Bionand, y por la primera autora a la investigadora Tanja Ducic, del Sincrotrón ALBA (Barcelona), y ha contado con la participación de científicos de la Universidad de Göttingen (Alemania) y de la Universidad Pública de Navarra.
El trabajo propone una innovadora estrategia basada en nanotecnología que consigue potenciar la eficacia de un fármaco ya existente aprobado para enfermedades neurodegenerativas, el riluzol, gracias al uso de diminutas nanopartículas que actúan como un sistema de transporte inteligente. En concreto, el estudio, explora el uso de nanopartículas de carbono funcionalizadas (AMPS-CDs@RZ), que muestra una mayor eficacia y especificidad frente a células de glioblastoma en comparación con el riluzole convencional.
El avance más destacado del estudio es la capacidad del nanofármaco para actuar con precisión quirúrgica. La combinación del fármaco riluzol con las nanopartículas de carbono logró eliminar de forma selectiva en cultivo las células del glioblastoma. De hecho, los experimentos mostraron que esta formulación no solo redujo drásticamente la viabilidad de las células tumorales, sino que incluso favoreció la supervivencia de los astrocitos no cancerosos, un efecto inédito en este tipo de tratamientos. Esto supone un importante avance hacia terapias más seguras y selectivas frente al cáncer cerebral, ya que los tratamientos actuales suelen dañar también el tejido cerebral sano y limitar las opciones de tratamiento para los pacientes con glioblastoma.
Gracias a técnicas de imagen y espectroscopía de altísima precisión, las investigadoras pudieron observar por primera vez cómo actúa este nuevo tratamiento dentro de las células tumorales. Utilizando herramientas basadas en luz de sincrotrón (una fuente de radiación extremadamente potente), el equipo consiguió visualizar los cambios moleculares y estructurales provocados por el nanofármaco a nivel de célula individual.
El hallazgo más sorprendente fue la aparición de una especie de "burbujas" en la envoltura del núcleo de las células tumorales, una deformación que indica un intenso estrés celular y que puede desencadenar su autodestrucción. Este fenómeno, nunca antes descrito en tratamientos para este tipo de cáncer, abre una nueva vía para comprender y atacar al glioblastoma desde dentro de sus propios mecanismos de supervivencia.
Además, el tratamiento produjo cambios profundos en el ADN, las proteínas y los lípidos de las células tumorales, alterando su equilibrio interno hasta provocar su muerte. En cambio, en los astrocitos sanos, el efecto fue el contrario: el nanofármaco ayudó a mantener su estabilidad y a reducir el daño oxidativo. Este descubrimiento no solo aporta una estrategia terapéutica diferente, sino también una nueva forma de entender cómo responde las células tumorales al estrés celular, abriendo la puerta a tratamientos más precisos y menos agresivos.
Por su parte, Elena González Muñoz ha destacado el potencial de esta tecnología: "La relevancia de este estudio radica en demostrar que las nanopartículas de carbono pueden servir como vehículos biocompatibles capaces de mejorar la eficacia y selectividad de fármacos ya existentes incluso usados para otras patologías. Este tipo de plataformas podría adaptarse en el futuro para otros compuestos terapéuticos y distintos tipos de tumores".
El equipo investigador continuará ahora con ensayos en modelos celulares tridimensionales de glioblastoma, que reproducen mejor el entorno real del tumor. El objetivo es confirmar la eficacia del nanofármaco y avanzar hacia su posible aplicación clínica. "Aún tenemos que trasladar los resultados fuera del sistema de cultivo pero son datos muy prometedores que ofrecen nuevas vías y oportunidades para los tratamientos actuales", apunta la investigadora.
Los resultados obtenidos respaldan el uso de nanopartículas AMPS-CDs como un vehículo prometedor para mejorar la precisión y potencia de fármacos antitumorales, abriendo una nueva vía en la lucha contra el cáncer cerebral más agresivo.