Por Lucía de Mingo
23 de mayo de 2022¿Quién no se ha despertado diciendo ‘¡Qué calor, qué mal he dormido está noche!’? Un estudio elaborado por un grupo de investigadores, bajo el nombre de El aumento de las temperaturas erosiona el sueño humano a nivel mundial, ha descubierto que la calidad de sueño está condicionada por la temperatura.
Las temperaturas ambientales están aumentando en todo el mundo y los mayores picos se registran durante la noche. A esto hay que sumarle que, a nivel general, la prevalencia de sueño de mala calidad o insuficiente está aumentando exponencialmente en muchas poblaciones.
Por ello, han analizado más de siete millones de registros de sueño procedentes de personas de 68 países, vinculados con los datos meteorológicos locales diarios. Para ello, han usado pulseras de seguimiento del sueño, basadas en acelerometría, vinculadas a una aplicación móvil inteligente. De esta forma, han ido emparejando el tiempo total de sueño de cada individuo con los datos meteorológicos y climáticos geolocalizados.
El estudio, publicado en la revista One Earth, ha revelado que el efecto de la temperatura sobre la pérdida de sueño es sustancialmente mayor para los residentes de países de bajos ingresos, los adultos mayores de 65 años y las mujeres.
Según estiman, para el año 2099, las temperaturas por encima o por debajo del nivel óptimo podrán perjudicar de 50 a 58 horas de sueño por persona al año. Las consecuencias de dormir mal afectan tanto al rendimiento cognitivo como a la productividad, el riesgo de hipertensión, la mortalidad o el desarrollo de depresión, ira y conductas suicidas, entre otras.
Los investigadores han identificado que las temperaturas mínimas nocturnas superiores a 25 °C aumentan la probabilidad de dormir menos de 7 h. Además, cuando superan los 30 °C el tiempo de sueño se reduce en 14 minutos, en comparación con las noches con la menor pérdida de sueño atribuida a esa temperatura en esa muestra.
La falta de sueño cada vez es mayor en la población general y ahora más a las puertas del verano. Las asfixiantes temperaturas invaden nuestros hogares y el insomnio llega para quedarse. Por ello, debemos establecer medidas que aseguren que la calidad de nuestro sueño no se va a ver afectada por las altas o bajas temperaturas.