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Desarrollan implantes cerebrales que recuperan capacidades cognitivas tras una lesión

La nueva técnica utiliza la estimulación cerebral profunda adaptada a cada paciente para tratar lesiones cerebrales traumáticas de moderadas a graves

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Desarrollan implantes cerebrales que recuperan capacidades cognitivas tras una lesión
@freepik

Por Julia Porras

7 de diciembre de 2023

En 2001, Gina Arata estaba en el último semestre de la universidad y planeaba matricularse en Derecho cuando sufrió un traumatismo craneoencefálico en un accidente de coche. La lesión afectó tanto a su capacidad de concentración que tenía que esforzarse mucho, incluso llegó a no poder leer.Además, tenía problemas motores, tropezaba constantementey su carácter se volvió muy irascible. Gracias a un dispositivo implantado en su cerebro ha mejorado su capacidad de concentración, su memoria y su estado de ánimo.

"No me acordaba de nada", dice Arata, que vive en Modesto (California) con sus padres. "Tropezaba con las cosas todo el tiempo. Y no tenía filtro: me enfadaba con mucha facilidad".

Sus padres se enteraron de una investigación que se estaba llevando a cabo en Stanford Medicine, liderada por los profesores Nicholas Chiff y Jaimie Henderson.Arata fue aceptada como participante junto a otros pacientes que habían sufrido lesiones cerebrales por un accidente.En 2018, los médicos implantaron quirúrgicamente un dispositivo en lo más profundo de su cerebro a ella y a cuatro participantes más, y luego calibraron cuidadosamente la actividad eléctrica del dispositivo para estimular las redes que la lesión había sometido.

Arata notó la diferencia de inmediato. Cuando le pidieron que enumerara los productos del pasillo de una tienda de comestibles, pudo recitar frutas y verduras. Después, un investigador apagó el dispositivo y no fue capaz de nombrar ninguna."Desde el implante ya no tropiezo”,explica Arata. "Había olvidado leer, pero desde el implante me compré libros y puedo no solo leerlos sino recordarlos y además ya no tenía esos ataques de ira”.

Un momento pionero

En el ensayo, los investigadores reclutaron a cinco participantes que presentaban alteraciones cognitivas duraderas más de dos años después de una lesión cerebral traumática de moderada a grave. Tenían entre 22 y 60 años y las lesiones se habían producido entre tres y 18 años antes.Tras una fase de ajuste de dos semanas para optimizar la estimulación, los participantes pasaron 90 días con el dispositivo encendido durante 12 horas al día.Su progreso se midió mediante una prueba estándar de velocidad de procesamiento mental, denominada prueba de trazado de senderos, que consiste en trazar líneas conectando un revoltijo de letras y números."Se trata de una prueba muy sensible que mide exactamente lo que buscamos: la capacidad de centrarse, concentrarse y planificar, y de hacerlo de forma sensible al tiempo", explica Henderson.

Al final del periodo de tratamiento de 90 días, los participantes habían mejorado su velocidad en la prueba, de media, en un 32%, superando con creces el 10% que se habían propuesto los investigadores.  "Lo único sorprendente es que funcionó como habíamos previsto, lo cual no siempre es seguro", afirma Henderson.

Colocar bien el dispositivo, la clave

El mayor retoconsistía en colocar el dispositivo de estimulación exactamente en la zona adecuada, lo que variaba de una persona a otra. Para empezar, cada cerebro tiene una forma diferente, y las lesiones habían provocado nuevas modificaciones."Por eso desarrollamos una serie de herramientas para definir mejor cuál era esa zona", explica Henderson. Los investigadores crearon un modelo virtual de cada cerebro que les permitió precisar la ubicación y el nivel de estimulación que activarían el núcleo lateral central.

Para los participantes y sus familias, las mejoras fueron evidentes en su vida cotidiana. Reanudaron actividades que parecían imposibles: leer libros, ver programas de televisión, jugar a videojuegos o terminar los deberes. Se sentían menos fatigados y podían pasar el día sin descansar.

El ensayo clínico es el primero que se dirige a esta región del cerebro en pacientes con lesiones cerebrales traumáticas de moderadas a graves, y ofrece esperanza a muchos que se han estancado en su recuperación."Es un momento pionero", afirma Schiff. "Nuestro objetivo ahora es intentar dar los pasos para convertir esto en una terapia”.

Los resultados del ensayo clínico se publicaron el pasado 4 de diciembre en Nature Medicine.



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