Por Pedro Martínez
24 de enero de 2025Un estudio, liderado por el Hospital General de Massachusetts y coordinado por el investigador Makoto Tonsho, ha demostrado, mediante experimentos con macacos cangrejeros, que sería posible evitar la medicación en los trasplantes de corazón si se combinaran con trasplantes de riñón del mismo donante.
Entre el 30% y el 40% de las personas trasplantadas desarrollan algún episodio de rechazo en el trasplante durante los primeros tres meses tras la cirugía. El rechazo es una reacción del cuerpo generada desde el sistema inmunitario, diseñado para detectar y destruir cualquier cuerpo extraño dentro del organismo. “El rechazo sigue siendo la espada de Damocles de los trasplantados, y los medicamentos inmunosupresores disponibles, aparte de no conseguir evitarlo al 100 %, tienen multitud de efectos secundarios, sobre todo a largo plazo’’, explica para el Science Media Center (SMC), Rafael Matesanz, creador y fundador de la Organización Nacional de Trasplantes.
El objetivo de la investigación era saber si, realizando simultáneamente el trasplante de riñón y corazón del mismo donante, puede aumentar la supervivencia a largo plazo de los corazones trasplantados. Para ello, los investigadores se han basado en varios estudios previos los cuáles demostraron que, mediante dos procedimientos conocidos como acondicionamiento no mieloablativo, sumado a un trasplante de médula ósea del donante, es posible alargar la vida útil del órgano.
Para completar su objetivo, el equipo llevó a cabo dos procesos diferentes. En primer lugar, un primer grupo de simios fue sometido a un trasplante de médula ósea una semana antes del cotrasplante de corazón y riñón. A su vez, en otro grupo de simios, se realizó un trasplante de corazón aislado o un trasplante de corazón y riñón de donantes no compatibles. Una vez finalizados ambos procesos los investigadores constataron que, los corazones trasplantados al primer grupo de simios tenían una mayor supervivencia sin tener que recurrir a inmunosupresores en comparación con los corazones trasplantados al segundo grupo.
Este resultado se debe, esencialmente, al trasplante de médula ósea y del riñón del mismo donante, que favorece el efecto tolerogénico del tejido hematopoyético, permitiendo así la aceptación terceros órganos e incluso un cuarto injerto cutáneo.
El mundo de la ciencia y la salud coincide en el gran avance que supone este estudio, a pesar de ello, posee varias limitaciones que reducen el entusiasmo en el mundo de la medicina.
En primer lugar, el método del estudio y del procedimiento quirúrgico está bien estructurado, pero ‘‘los autores no demuestran cuál es la causa, lo que constituye una limitación, si bien correlacionan sus hallazgos con la aparición de cierto tejido linfoide en el riñón, en el que destaca la presencia de linfocitos T-reguladores foxP3-positivos’’, asegura al SMC Beatriz Domínguez-Gil, directora de la Organización Nacional de Trasplantes.
Por su parte, Matesanz remarca que ‘‘el artículo representa una aportación experimental sin duda interesante para entender mejor cómo afrontar la inmunotolerancia en la clínica, pero la aportación es más teórica que práctica’’.