
Por Clara Arrabal
29 de octubre de 2025El cambio climático se ha convertido en un problema de salud pública. En 2022, la contaminación del aire se relacionó con 22.000 fallecimientos y de 2012 a 2021, el calor provocó en España 5.800 muertes, dos veces más que en la década de 1990. Estos son los datos que aporta el informe de 2025 de The Lancet Countdown, que ha analizado el impacto del cambio climático y la salud a través de más de 50 indicadores revisados por científicos.
El documento estima que, de las 22.000 muertes atribuibles a la mala calidad del aire, el 44% están relacionadas con el uso de carbón y gas líquido, y el otro 46% con la utilización de gasolina en el transporte. Además, afirma que el coste de esta mortalidad asciende a 43.300 millones de dólares al año, lo que equivale a más de 37 millones de euros.
El informe, elaborado por The Lancet en colaboración de la Fundación Wellcome, ha reunido a más de cien autores, abarca múltiples países y diferentes áreas de especialización y, aunque no realiza nuevas investigaciones por sí mismo, analiza las tendencias de los datos producidos por organizaciones internacionales y sintetiza la mejor ciencia disponible revisada por pares sobre el cambio climático.
“El mensaje es claro: a medida que aumenta el calentamiento global, los costes para la sociedad en términos de muertes y efectos sobre la salud humana aumentan significativamente. Por lo tanto, los autores dejan claro que la sociedad debe evitar 'retroceder' hacia objetivos de calentamiento global menos ambiciosos”, ha declarado a Science Media Centre Leslie Mabon, profesor de Sistemas Ambientales en la facultad de Ingeniería e Innovación de la Open University (Reino Unido).
El estudio también advierte de la abrumadora dependencia de los combustibles fósiles, pues representaron el 95% del consumo energético del transporte por carretera en el año 2022, mientras que la electricidad solo se hizo cargo del 0,2% del consumo.
“El año 2023 ha registrado la segunda mayor subvención para los combustibles fósiles. Y es que el contribuyente ha ‘donado’ con sus impuestos 956.000 millones de dólares a esas empresas globalmente. Resulta particularmente llamativo que, tras el cierre de sus centrales nucleares, Alemania se haya convertido en uno de los seis países que más más subvenciones está realizando a los combustibles fósiles, con casi 62.000 millones de dólares anualmente", explica Víctor Resco de Dios, profesor de Ingeniería forestal y Cambio global de la Universidad de Lleida. España está lejos de esa cifra, pero aún destina 6.800 millones de dólares a “subvencionar el cambio climático, lo que equivale al 1% de los Presupuestos Generales del Estado en el año 2023, la última vez que se aprobaron”, afirma también el experto.
En este sentido, Leslie Mabon destaca que los autores también dejan claro que proteger la salud humana a nivel mundial en un clima cada vez más cálido significa eliminar gradualmente los combustibles fósiles y apoyar a los más vulnerables con una financiación significativa para que se adapten a los efectos climáticos “a los que ya estamos abocados”.
El estudio estima que en España murieron de forma prematura unas 40.000 personas por un consumo insuficiente de comidas basadas en vegetales, un recordatorio del elevado coste que tiene para nuestra salud el no seguir la dieta mediterránea. Esto se debe, entre otros factores, al exceso de carne y lácteos, cuyas industrias ya son responsables del 54% de las emisiones agrícolas del país.
Además, en el pasado año 2024 cada persona en España atravesó 16,7 días de ola de calor (el 90% de estos causados por el cambio climático), perdió 174 millones de horas laborales por el estrés térmico y el impacto económico fue de 2.870 millones de dólares.
La sequía también es una consecuencia directa del empeoramiento de la salud del planeta, así como los incendios que tanto han impactado en el territorio español este verano. Según este informe, de 2020 a 2024, el 61% del territorio nacional tuvo, al menos, un mes de sequía extrema al año, una cifra que es seis veces mayor que el promedio durante el periodo de 1951 a 1960 y el humo de los fuegos provocó unas 1.000 muertes adicionales cada año.