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Lucía Galán: “Cuando nace un bebé sobran cuidados para él y faltan para la mamá”

Es una de las pediatras más conocidas de nuestro país y acaba de ser incluida en la nueva edición de “Forbes Best Doctors Spain 2023”. Hablamos con “Lucía mi pediatra”

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Lucía Galán: “Cuando nace un bebé sobran cuidados para él y faltan para la mamá”

Por Nuria Cordón

22 de noviembre de 2023

Cuenta con casi 1 millón de seguidores en Instagram, pero deja muy claro que no es influencer, sino pediatra y escritora. Así lo recalca en sus propios perfiles de redes sociales. Lucía Galán Bertrand, más conocida como Lucía mi pediatra, lleva casi 20 años dedicando su vida a los más pequeños y poco más de una década tratando de desterrar, en las redes, mitos, bulos y estafas en torno a la salud que arrastran a su paso, según ella, “muchas vidas por el camino”, sobre todo la de “niños inocentes”. 

Esta asturiana afincada en Alicante, socia fundadora de Centro Creciendo y madre de dos hijos adolescentes, ha publicado, además, once libros con los que suma más de 60 ediciones y más de 400.000 lectores. 

Su vocación por la pediatría le viene desde muy pequeña. Con sólo cinco años lo supo. Cuando salía del hospital de la mano de sus padres, tras superar una enfermedad grave, les dijo: “Yo de mayor quiero ser médico de niños, para que a ningún niño le pase lo que me ha pasado a mí”. Y lo logró. Hoy, Lucía es una de las pediatras más reconocidas de nuestro país, ha recibido infinidad de premios, uno de los más recientes el Premio Latido a la Comunicación, otorgado por Medicina Responsable, y acaba de ser incluida en la nueva edición de “Forbes Best Doctors Spain 2023”, que reconoce a los profesionales médicos más prestigiosos de nuestro país en diferentes categorías.

Realizas una gran labor de divulgación en redes sociales, donde eres muy reconocida, pero, ante todo, eres pediatra. ¿Qué supone estar entre los mejores médicos del país, según Forbes? 

En primer lugar, un abrumador agradecimiento a quienes han depositado en mí semejante distinción. Uno nunca se considera ser el mejor en casi nada, aunque te hagan un reconocimiento de este tipo. Al menos yo he de confesar que, cuánto más avanzo en mi profesión, en la que llevo ya casi dos décadas, más consciente soy de lo mucho que me queda por aprender y de la enorme cantidad de grandísimos profesionales que hay a mi alrededor que saben mucho más que yo en muchísimos aspectos. Así que, gracias a la revista Forbes un año más y, por supuesto, gracias a todos mis pacientes y compañeros que han puesto en valor mi trayectoria. 

Una de las características que destacan de ti en la guía Best Doctors es tu capacidad de divulgación, por la que has recibido varios reconocimientos a lo largo de tu carrera. ¿Cómo iniciaste ese viaje hacia la divulgación? ¿Cuál fue el detonante?

No hubo un punto de inflexión que lo cambiara todo, pero sí hubo un hartazgo creciente día a día cada vez que entraba en redes sociales y comprobaba cómo los mitos, bulos y estafas en torno a la salud campaban a sus anchas, con total impunidad, arrastrando a su paso muchas vidas por el camino, en mi caso, la de niños inocentes. Movimientos antivacunas, negacionistas de todo aquello que huela a ciencia y progreso, estafadores con afán de vender sus terapias milagrosas a familias desesperadas… Todo ello hizo que me lanzara a la divulgación, que no era otra cosa más que transmitir, con un lenguaje asequible y cercano, lo que la ciencia ha ido descubriendo y avanzando en los últimos años y así poder tomar mejores decisiones en cuanto a la salud de nuestros hijos. 

Esa tribu (así llama a sus seguidores en redes) te habrá dado muchas alegrías…

Muchísimas, me las da cada día, cada vez que enciendo el teléfono. Salvo contadas excepciones, la comunidad que hemos creado entre todos, a quien llamo La Tribu, está formada por casi un millón de personas que están aquí para compartir, para escuchar, para inspirarnos unos a otros; es una comunidad sana que no juzga, que comparte y con la que es un auténtico gustazo seguir creciendo. 

Pero imagino que también, ese nivel de exposición al que te enfrentas diariamente te ha dado más de un disgusto… ¿Cómo se llevan las críticas?

Alguno sí, no lo vamos a negar. Sobre todo, al principio, cuando los que divulgábamos éramos cuatro literalmente. Te hablo de hace diez años. Es mucho lo que ha cambiado desde entonces, afortunadamente. Las críticas no son agradables para nadie, sobre todo cuando te estás dejando la piel en intentar cambiar las cosas, en intentar que la población esté más tranquila y mejor informada y cuando, además, la mayor parte del tiempo que inviertes en redes es tiempo robado de tus hijos o de tu familia. Pero también asumes que el mundo es muy diverso y que detrás de muchos de los ataques que uno recibe hay una persona con infinidad de conflictos sin resolver que únicamente encuentra en ti la diana de todo su malestar y de toda su ira. Si logras mirarlos bajo ese prisma, si luego a continuación haces el ejercicio de mirar todo lo que has logrado, de ver en tu familia los valores por los que siempre has luchado y peleado y si, además, duermes con la conciencia tranquila cada noche, todo adquiere otro color. Un color muy bonito, por cierto. Tú tienes paz mental y equilibrio y el hater (persona que se dedica a criticar en redes) no sé muy bien qué tiene, pero desde luego sus valores se encuentran en las antípodas, por lo tanto, cuanto más lejos mejor, no vayan a alterar ese equilibrio tan valioso que al fin hemos logrado ¿no te parece? 

En tus redes sociales intentas “luchar” contra la desinformación y los negacionistas de la ciencia, como los antivacunas. ¿Cómo lo llevas? ¿Crees que es posible convencerlos con datos y evidencias?

He lidiado con antivacunas en redes y también los he tenido en consulta durante años. Y he de decir que cara a cara todo es mucho más sencillo. En primer lugar, porque las faltas de respeto que se leen en redes, en la consulta del pediatra son inadmisibles. Jamás me he encontrado en mi propia consulta la menor falta de respeto hacia mí o hacia mi trabajo, aun pensando de forma diferente. Por lo tanto, el primer mensaje que me gustaría transmitir es que la vida real no es lo que pasa en las redes sociales, de hecho, tiene poco que ver. Los pacientes que he tenido contrarios a las vacunas o con reticencias con respecto a algunas vacunas han sido familias con las que he logrado dialogar, conversar y eso me ha permitido escuchar cuáles eran sus principales temores a la hora de no vacunar. Con toda esa información, conociendo además a las familias, una es capaz de ir llenando esos vacíos que algunos de ellos tenían en cuanto a la información que les había llegado y que no era verídica. 

También te diré que cuando ven que a lo largo de los meses y de los años les demuestras que estás ahí, que no les juzgas, que has resuelto infinidad de problemas de salud de sus hijos y que te preocupas de verdad por lo que les pueda ocurrir, te escuchan de una forma completamente diferente. El vínculo ayuda, ayuda mucho. Y esto es algo que en redes es impensable, porque no hay vínculo, solo hay ataque. Y como yo no estoy aquí para entrar en ninguna guerra estéril con una persona anónima que no tiene educación, pues no hay discusión posible. Yo no estoy en redes para perder el tiempo, francamente, y menos con personas sin educación. Es así de simple. Hace mucho tiempo que aprendí a poner esos límites. 

Tienes más de una decena de libros publicados. En algunas ocasiones has comentado que escribirlos te sirvió de catarsis. ¿Por qué?

Sí, cada uno de ellos está escrito desde un momento vital distinto. Ha sido muy bonito e intenso este viaje en los últimos diez años. Siempre he dicho que he escrito los libros que a mí me hubiese gustado leer antes de ser madre y durante toda mi maternidad. Cuando nació mi primer hijo, no tenía referentes y lo cierto es que me sentí bastante sola, a pesar de ser pediatra. Quizá el hecho de ser pediatra intensificó más esa sensación de vacío. Mi propia profesión no había sido capaz de darme las respuestas a la mayoría de mis necesidades emocionales como madre y como mujer, y eso me generó mucho desasosiego. Era imposible que yo fuera la única en pensar y sentir de este modo. Y así surgió mi primer libro, “Lo mejor de nuestras vidas”, que se convirtió en un Best Seller y que suma ya más de 22 ediciones con traducciones a varios idiomas. 

Hace cinco años fundaste Centro Creciendo, un concepto de clínica que ofrece un modelo de atención integral de la salud física y emocional para todos los miembros de la familia ¿Por qué este paso? ¿Hubo algún desencadenante que te hiciera abandonar tu anterior labor como pediatra?

Antes de fundar Centro Creciendo en Alicante y en Madrid yo ya llevaba muchos años ejerciendo en la sanidad pública y privada. En todos esos años logré empaparme de todo aquello que yo consideraba que merecía una persona cuando acude al médico, que era básicamente tiempo, sensibilidad y rigor médico. Pero, por mi profesión, necesitaba que esa mirada fuera integral, no solo al niño, sino a todos los que cuidan del niño, por eso tenemos más de 60 especialidades médicas, tanto para niños como para adultos, donde se hace un abordaje desde la salud física pero también desde la salud mental con un amplio equipo de psicólogos, psiquiatras, terapeutas, logopedas, fisios, etc. que complementan a todo el magnífico equipo de médicos con los que contamos. 

¿Se presta poca atención a la madre después del nacimiento de un bebé?

Muy poca. Yo siempre digo en mis libros que cuando nace un bebé sobran manos y cuidados para el recién nacido y faltan para la recién mamá. Toda la atención se deposita en el niño cuando la realidad es que, la mayor parte de las veces, los bebés están muy bien. Sin embargo, la mujer atraviesa uno de los momentos más vulnerables de toda su vida y lo hace sin pena ni gloria, sin derecho si quiera a quejarse… Y esto ha de cambiar. 

En los últimos años han surgido corrientes, sobre todo en redes sociales, que han desmitificado la maternidad. ¿Qué opinas de ello? ¿Crees que estaba mitificada?

Un poco sí, y sigue estándolo con estas fotos de familias perfectas y niños preciosos posando frente a las cámaras con sus mejores lazos y galas… Ojo, que ahora llega la Navidad y entrar en Instagram es como asistir a un concurso de a ver quién tiene la casa más bonita, el árbol más espectacular o la familia más perfecta. Y reconozco que yo lo veo, sonrío y hasta me gusta, pero es importante explicar una vez más, sobre a todo a las nuevas generaciones, que la vida real no es lo que pasa en Instagram. Que en Navidad los juguetes están tirados por el suelo, los horarios se van al traste, comemos más de la cuenta, trasnochamos, a veces no hacemos los deberes, los pijamas en ocasiones están desparejados y ¿sabes que es lo mejor de todo? Que no pasa nada. Que lo verdaderamente importante es el amor, el respeto y el cuidarse unos a otros. Así que bienvenidas todas las familias, las idealizadas (sabiendo que no todo es oro lo que reluce) y las reales. 

¿Se nos exige más a las mujeres, madres, que a los hombres?

Nos exigimos nosotras mucho más. Generamos unas expectativas muy elevadas que no se ajustan a la realidad. La realidad de millones de mujeres que trabajamos dentro y fuera de casa, que vamos como pollo sin cabeza y que hagamos lo que hagamos siempre pensamos que podemos hacer más y mejor. Y creo que el primer paso nace de nosotras mismas, de ser más realistas, de aprender a pedir ayuda, de aprender a delegar también, de aceptarnos como somos, con nuestras imperfecciones, y a asumir de una vez por todas que ni somos superwoman, ni superworker, ni supermother; somos mujeres y madres que lo único que queremos es disfrutar de nuestro trabajo y vivir nuestra maternidad con paz mental. 

 



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