Por Gema Puerto
28 de febrero de 2023Cáncer de mamá. Metástasis. Mastectomía. Reconstrucción mamaria. Son palabras que atemorizan, duelen y dan idea de las terribles etapas por las que pasan miles de mujeres en España. Sol Alonso es una de ellas. Con 46 años le diagnosticaron un carcinoma lobulillar infiltrante, un tipo de cáncer de mama que se inicia en las glándulas de la mama que producen leche. Era 2005 y, tras consultar a varios especialistas, uno de ellos le recomendó una cirugía conservadora extirpando solo el tumor con radioterapia y/o quimioterapia, para conseguir los mismos resultados que la cirugía radical clásica, pero con menos secuelas estéticas o funcionales.
Sin embargo, “por sus antecedentes familiares, abuela y madre fallecidas por cánceres ginecológicos y, dado que el lobulillar es un tipo de cáncer con muchas posibilidades de producirse en el lado izquierdo y derecho del cuerpo”, una ginecóloga le sugirió que se quitara las dos mamas. Sobre todo, como ella nos explica, porque “a los 24 años tuve también un cáncer de tiroides y fui tratada con Iodo radiactivo para extirparme el tumor”.
Esta periodista curtida en mil batallas aún recuerda el terrible sufrimiento por el que pasó también su madre que, antes de morir a los 51 años por cáncer, fue operada dos veces de las dos mamas, pero jamás se reconstruyó el pecho y prefirió utilizar unas prótesis de silicona que se ponía dentro del sujetador.
Al contrario que su madre y, por consejo de esta ginecóloga que le dijo "tú no sales del quirófano sin tetas”, Alonso buscó a un cirujano que le realizó una reconstrucción mamaria en Zaragoza con prótesis con el método que se conoce como Dorsal Ancho. “Te cambian de sentido un músculo de la espalda y así sujetan la prótesis. En la mama no afectada por el cáncer, me hicieron lo que se llama mastectomía profiláctica, también con prótesis”. Tras gastarse 6.000 euros en cada mama y, como ella asegura, “desactivar su plan de pensiones”, le dieron ocho ciclos de quimio. Ahora, está “prácticamente curada. Si es que el cáncer se cura”. Nunca ha tenido recaídas y la principal secuela que tiene es una linfedema en el brazo izquierdo por la falta de ganglios ya que se los quitaron todos”.
Sin embargo, afortunadamente, los avances en reconstrucción mamaria son cada vez más importantes y, hoy en día, las técnicas son menos agresivas con las pacientes y más duraderas a largo plazo. Este es el caso de la cirugía de colgajo DIEP (perforante epigástrico inferior profundo), una de las técnicas más novedosas de reconstrucción mamaria que utiliza grasa, piel y vasos sanguíneos de la parte inferior del abdomen para reconstruir la mama. Los cirujanos también pueden transferir un nervio sensorial de la parte inferior del abdomen con el colgajo para restaurar la sensibilidad en el seno.
Según el responsable del Servicio de Cirugía Plástica del Hospital Ruber Internacional, en Madrid, el doctor César Casado, “se emplea únicamente la piel y grasa del abdomen, sin destruir ningún músculo y sin utilizar ningún material extraño para el cuerpo (implantes mamarios)”. Aquí, el objetivo del cirujano plástico es crear un nuevo pecho lo más parecido posible a una mama natural. Este procedimiento no interfiere ni en el tratamiento, ni en el control posterior del cáncer de mama.Este método de reconstrucción es el más utilizado en los centros hospitalarios de mayor prestigio del mundo. Como explica Casado, “la técnica conocida como DIEP es la intervención quirúrgica para reconstrucción mamaria tras una cirugía de mastectomía, por cáncer mamario, ya sea de forma inmediata (en la misma cirugía que la mastectomía) o diferida (en pacientes que ya están mastectomizadas)”.
La principal ventaja es la evolución, dado que nunca se rechaza, la reconstrucción envejece con la paciente, se evitan problemas asociados a los implantes mamarios, la recuperación es más rápida y es una reconstrucción definitiva. “La desventaja es que es más complicada que implantar una prótesis, de ahí la importancia de contar con equipos altamente especializados. Es complejo porque para realizarla es necesario dominar técnicas de microcirugía, se extrae la grasa con los pequeños vasos sanguíneos que la nutren evitando lesionar el abdomen (que por otro lado se beneficia estéticamente de una cirugía de abdominoplastia) y se conectan esos vasos a otros del pecho, para asegurar su viabilidad”, añade Casado. ¿El precio? A partir de 12.000 euros