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Síndrome del impostor, cuando sientes que eres un fraude

Es un trastorno psicológico que afecta a la vida profesional, laboral y personal del 70% de la población mundial, según la Journal Of Behavioral Science

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Síndrome del impostor, cuando sientes que eres un fraude

Por Julia Porras

2 de febrero de 2023

Hace unas semanas, el músico Dani Martin reconocía haber sufrido el síndrome del impostor, un trastorno psicológico en el que la persona no puede reconocer que todo lo que ha conseguido lo ha hecho por sus propios méritos. “Todo lo contrario, una persona con este trastorno no reconoce todo lo que tiene que ver con su valía personal, se siente insegura y anulada, y siempre atribuye sus logros a la suerte o a la ayuda de otros”, asegura la psicóloga Elena Daprá. De hecho, la persona que lo sufre teme constantemente que le descubran porque se siente un completo fraude. “Yo no valgo todo lo que los demás piensan que valgo; ese es su pensamiento más recurrente”, explica Daprá. Este trastorno afecta a una de cada siete personas en el mundo, según datos de la prestigiosa revista de psicología Journal of Behavioral Science.

Raquel es un caso de libro de síndrome del impostor. Es profesora y con mucho esfuerzo consiguió montar su propia academia de refuerzo, por lo que además es empresaria. Practica crossfit desde hace años, un deporte muy exigente, en el que ha ganado varias competiciones de nivel. Además, conserva a sus amigos desde la época del colegio, pero a sus 39 años es incapaz de creer que todo lo que ha conseguido en la vida ha sido única y exclusivamente gracias a su esfuerzo. Es más, excepto en el ámbito laboral, en el que sí se siente segura, en lo demás es incapaz de no dudar de su valor. “Empecé a darme cuenta de que algo pasaba cuando en las competiciones de crossfit me bajaba del podio e iba a hablar con los jueces para decirles que revisaran bien los resultados, que seguro que se habían equivocado y no podía ser que yo hubiera ganado”, dice Raquel. Nunca se ha creído que lo haga bien, a pesar de sus victorias y de que todo el mundo le dice que es “una máquina” en ese deporte.

Este síndrome suele tener su origen en la infancia, “o bien porque a la persona de pequeña no le hayan dado el valor suficiente a sus acciones y tiene ese concepto de no ser suficiente y no valer o  porque la persona ha vivido en un contexto demasiado exigente en el que nada de lo que hiciera era suficiente”, afirma Daprá.

Las características principales de una persona que sufre el síndrome del impostor son baja autoestima, bajo autoconcepto, falta de seguridad y culpabilidad contínua por sentir que no hace las cosas como deberían ser. “Soy incapaz de disfrutar de mis logros, porque siempre pienso que no los he conseguido por mis medios y en las relaciones personales es aún peor”, dice Raquel.

Generalmente las personas que sufren síndrome del impostor se sienten malos amigos y hasta malas personas, son las típicas personas que nunca dicen que no a nada, por miedo a parecer mal amigo. “A veces me he visto en situaciones que no quería estar por haber dicho que sí a un plan, solo porque la otra persona no pensara que no quería hacerlo”, dice Raquel. El sentimiento de culpa es tan grande que estas personas tienden a justificar continuamente sus acciones o reacciones frente a los demás, “con lo que al final te conviertes en la típica persona pesada y rara. Si te conocen vale, pero si es alguien a quien no conoces mucho, acabas por cansar y probablemente alejarla. Entonces vuelves a sentirte mal y entras en un bucle infinito”, afirma Raquel.

Terapia como solución

El síndrome del impostor es un trastorno bastante paralizante, pero la psicóloga Daprá asegura “que es un trastorno con solución; mediante terapia dirigida se pueden tratar esos problemas de autoestima, esos sentimientos de culpa, el sentimiento de inferioridad y la falta de autoestima del paciente”.

Raquel se asegura de que los cordones de sus zapatillas estén bien atados, hoy tiene competición de crossfit, y se ha prometido a sí misma que, si gana, lo celebrará con sus amigos de toda la vida. “Si gano tendré que recordarme que para mí lo importante es creérmelo, ni ganar ni participar, simplemente no dudar de que lo he conseguido por mis propios medios”.



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