Por Julia Porras
7 de junio de 2022Un 12% de los niños entre 5 y 14 años no realiza ningún tipo de actividad física, a pesar de las recomendaciones de la OMS, que recomienda hacer 60 minutos de actividad física moderada al día. Entre los 15 y los 24 años esta cifra asciende al 45%. Este es uno de los preocupantes datos que salieron a la luz en el 68 Congreso de la Asociación Española de Pediatría (AEP), celebrado entre el 2 y 4 de junio en Palma de Mallorca, y que ha reunido a más de 2.000 profesionales de la pediatría.
De acuerdo con los profesionales, potenciar la coordinación y la colaboración entre Salud y Educación es la mejor forma de elevar los niveles de salud, prevenir la enfermedad e impulsar los hábitos saludables de la población. “La pandemia y el confinamiento han potenciado y agravado problemas importantes que afectan a la salud infanto-juvenil como el sobrepeso y la obesidad, la falta de actividad física, los malos hábitos alimenticios o el ocio sedentario vinculado a las nuevas tecnologías y el uso de pantallas”, advierte el doctor Gerardo Rodríguez Martínez, miembro del Comité de Promoción de la Salud de la AEP. “Un problema que no solo va a afectar a su salud como niños o adolescentes, sino que también aumentará las probabilidades de sufrir enfermedades en la edad adulta”, añade Rodríguez.
La obesidad infantil, el sedentarismo o la adicción a las pantallas son problemas de salud que ya existían en la población infanto-juvenil antes de la pandemia COVID-19. Sin embargo, el confinamiento, el aislamiento y la falta de relación que han marcado los dos últimos años, los han potenciado, convirtiéndolos en uno de los mayores retos actuales para pediatras y otros profesionales de la salud de niños y adolescentes.
La salud mental
Las adicciones a tóxicos como el tabaco o el alcohol –en cuyo consumo cada vez se inician antes los jóvenes-,y a las nuevas tecnologías y al juego, son otra de las preocupaciones de los pediatras. Problemas de salud que, de acuerdo con los profesionales sanitarios, han pasado a un segundo plano durante la pandemia y que urge retomar cuanto antes.
Según una encuesta llevada a cabo por el Grupo de Trabajo Multidisciplinar sobre Salud Mental en la Infancia y Adolescencia, integrado por la Sociedad de Psiquiatría Infantil de la Asociación Española de Pediatría (SPI-AEP), la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas (SEUP) y la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), más del 95% de los pediatras, de los cuales un 60% ejerce su labor en la Atención Primaria, admiten estar muy preocupados por el incremento de los problemas de salud mental de la población pediátrica y, el mismo porcentaje, refiere tener una formación insuficiente en esta área.
La doctora Azucena Díez, coordinadora del Grupo de Trabajo Multidisciplinar sobre Salud Mental en la Infancia y Adolescencia y presidenta de la SPI-AEP, asegura que “los datos recogidos confirman el enorme problema del que venimos alertando los pediatras desde el inicio de la pandemia COVID-19: la salud mental de los niños y los adolescentes se está deteriorando y, de modo especial, entre los adolescentes, que están presentando más síntomas depresivos, autolesiones y conductas suicidas”.
La situación es alarmante teniendo en cuenta los últimos datos aportados por este grupo de trabajo en el mes de abril: los casos de ansiedad y depresión y los diagnósticos de TDAH se han multiplicado por tres o cuatro desde 2019, y los comportamientos suicidas han aumentado hasta un 59%.
Entre las soluciones que proponen los profesionales, se encuentran las siguientes:
● Mejora de la formación de todos los pediatras. “Sería conveniente que todos los residentes de pediatría pasaran al menos tres meses de su rotación en servicios de atención a salud mental, para reconocerlos y saber dar una respuesta adecuada”, subraya la presidenta de la SPI-AEP.
● Mejorar la coordinación entre pediatras de Atención Primaria y los equipos de salud mental integrados por enfermeras, psiquiatras y psicólogos.
● Fomentar planes preventivos a nivel autonómico como el cribado de la depresión en la revisión de los 12 años. “Esta edad es un momento muy bueno porque es cuando se inicia la pubertad y se desencadenan muchos problemas de salud mental, sobre todo en las niñas. La depresión es, con diferencia, la patología más prevalente en las personas que han cometido un intento de suicidio; por eso iniciativas como estas son tan necesarias para ser capaces de detectar el problema a tiempo y poder tomar medidas”, apunta la doctora.
● Mejorar la comunicación, no solo de los profesionales de la salud que tratan con este tipo de pacientes, sino también de sus familias. Esto pasa por fomentar la comunicación asertiva y enseñar a los padres a hablar sin juzgar y a dar apoyo de forma incondicional. “Es importante manejar adecuadamente las autolesiones no suicidas. A veces prestamos demasiada atención a la autolesión en sí cuando el foco debería estar puesto en ese niño o niña que lógicamente está pidiendo ayuda a gritos”, explica la doctora Díez. En cuanto a la polémica surgida en torno a si los pediatras están cualificados para prescribir medicaciones como antidepresivos y benzodiacepinas, desde la Sociedad de Psiquiatría Infantil defienden que sí que podrían una vez hayan recibido la formación pertinente. “Sobre todo teniendo y que incluso pueden conllevar el que los menores sean atendidos por psiquiatras de adultos, ya que la especialidad no existe todavía”, argumenta la doctora Díez.