Por Juan García
17 de julio de 2025Una de las comorbilidades frecuentes de la diabetes tipo 2 es el fallo de la función renal, dando lugar a la enfermedad renal crónica (ERC). Sobre la diabetes existe una amplia concienciación y conocimiento, aunque en el caso de esta segunda enfermedad ha pasado tradicionalmente más desapercibida. Por ello, aportar nuevas evidencias sobre cómo se debe abordar la concurrencia de estas patologías antes de que aparezcan daños renales importantes, es fundamental para evitar complicaciones a los pacientes como tener que recurrir a diálisis.
En los últimos años, según explica a Medicina Responsable el jefe de nefrología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, el doctor Alberto Ortiz, se ha vivido una auténtica “revolución” con la llegada de múltiples tratamientos para proteger los riñones. Sin embargo, falta respaldo científico para decidir la mejor forma de prescribir el orden y la combinación de tratamientos cuando la ERC viene a consecuencia de la diabetes. Esta es la cuestión que trata de dilucidar el estudio Confidence, promovido por la farmacéutica Bayer, cuyos resultados en fase II muestran datos positivos al administrar de forma simultánea Finerenona y un inhibidor de SGLT2.
Los inhibidores de SGLT2 enlentecen la pérdida de función renal, retrasan la diálisis, disminuyen la mortalidad cardiovascular y prolongan la vida. De igual forma, los agonistas del receptor mineralocorticoide (finerenona) también tienen efectos demostrados sobre la protección de los riñones y el sistema cardiovascular, aumentando la supervivencia.
La combinación de ambos fármacos es una vía con eficacia demostrada y prescrita por los médicos, pero, para el doctor Ortiz la “pregunta clave es cómo se deben prescribir”. ¿Mejor empezar con uno y después otro o los dos a la vez? La conclusión de este estudio es que es más seguro empezar a la vez, al mejorar los indicadores de la enfermedad: “Hay menos hiperpotasemia, baja más la albuminuria y mejora el control de la tensión arterial”, explica el nefrólogo.
“Esto es un estudio a corto plazo, pero antes ya se había demostrado que ese impacto a corto plazo sobre la albuminuria se traduce en beneficio a largo plazo en aspectos como la necesidad de diálisis, riesgo de infarto, ingresos por insuficiencia cardíaca, mortalidad cardiovascular, etc.”, apunta el doctor de la Fundación Jiménez Díaz.
La salud del corazón y los riñones guarda una estrecha relación, de forma que el mal funcionamiento de uno tiene importantes repercusiones sobre el otro. Esto es algo que se pone de manifiesto con el denominado síndrome cardiovascular renal metabólico, una confluencia de diabetes y ERC que el doctor Ortiz ilustra de la siguiente manera: “Empiezas con un poco de sobrepeso cuando eres joven y de ahí pasas a tener obesidad. Eso favorece la aparición de la diabetes y esta te termina dañando los riñones y terminas muriéndote por enfermedad cardiovascular”. Así se origina un círculo vicioso en el que se concatenan los fallos del sistema circulatorio con el renal, generando mayor riesgo de mortalidad.
El nefrólogo explica que la diabetes produce una hiperfiltración de los riñones, al aumentar la presión de los conductos que filtran las sustancias de desecho. Esta filtración se produce por una diferencia de presión, funcionando “como una manguera” que empeora la función renal a causa de la diabetes.
Las previsiones apuntan que para 2050 está previsto que la ERC se convierta en la tercera causa de muerte en España. Tener esta enfermedad otorga entre dos y siete veces más riesgo de mortalidad, una circunstancia que se agrava con el envejecimiento. El principal escollo para combatirla son las elevadas tasas de infra diagnóstico, con un 80% de pacientes que la tienen sin saberlo.
La ERC se define como pérdida de función de los riñones o función renal normal con albuminuria alta. La concentración de la albúmina en sangre permite hacer un diagnóstico de esta enfermedad antes de que sea tarde, ya que la pérdida de esta sustancia en la orina es señal de un mal funcionamiento renal: “Con este parámetro puedes estar seguro de si tienes ERC o no”. Si no se mide este parámetro, aunque pueda mantenerse una buena función renal durante años, puede estarse gestando una ERC a la que se llegue demasiado tarde cuando ya se hayan producido daños.
Sin embargo, este es un aspecto que pasa más desapercibido en consultas, donde habitualmente lo que se mide es el filtrado glomerular, es decir, la capacidad de estos filtros de los riñones para eliminar toxinas de la sangre. Por ello, la realización de estas pruebas es fundamental para evitar la diálisis. El doctor apunta que existe una visión “errónea de esta enfermedad”, puesto que el objetivo de su abordaje tiene que ser evitar llegar a este extremo. El nefrólogo recalca que la “batalla pendiente” es realizar la prueba de la albuminuria, que cuesta apenas 30 céntimos frente a los 45.000 euros de un año de sesiones de diálisis, siendo una terapia que reduce drásticamente la esperanza de vida.