Por Medicina Responsable
19 de septiembre de 2025El alzhéimer es la forma de demencia neurodegenerativa más prevalente a nivel mundial, con una incidencia que supera los 800.000 casos en España, sumando anualmente 40.000 nuevos diagnósticos, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
A día de hoy, siete de cada diez diagnósticos de demencia en el mundo se corresponden con la enfermedad de Alzheimer. Y las previsiones no son muy halagüeñas, pues se espera un aumento de la incidencia en las próximas décadas. La doctora Raquel Sánchez del Valle, Coordinadora del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la SEN, subraya que “el aumento de los casos de demencias vasculares, de demencia con cuerpos de Lewy o de demencia frontotemporal, pero sobre todo los de Alzheimer, hará que dentro de cinco años haya ya más de 78 millones de personas afectadas por una demencia en el mundo, y que en 25 años haya cerca de 140 millones.
Se trata de una enfermedad muy ligada al envejecimiento y es, además, una de las principales causas de discapacidad, dependencia y mortalidad en todo el mundo. Evitar llegar demasiado tarde, antes de que la enfermedad se encuentre muy avanzada, es una de las claves para poder frenar su avance. Por ello, desde la SEN ponen el foco en combatir las tasas de infradiagnóstico, que estiman en un 50% entre los casos leves de alzhéimer. De esta forma, el retraso entre la aparición de los primeros síntomas y su diagnóstico puede superar los dos años.
Entre el 30 y el 50% de las personas que padecen algún tipo de demencia no llegan a ser diagnosticadas formalmente, a pesar de que en los últimos años se han dado grandes avances en las técnicas diagnósticas de imagen y de diagnóstico bioquímico, sobre todo al disponer ya de marcadores en sangre que pueden permitir mejorar los tiempos de diagnóstico de esta enfermedad, de forma inicial y de manera certera.
La doctora Sánchez del Valle incide en que no se deben banalizar los síntomas de esta enfermedad neurodegenerativa como parte de un envejecimiento normal del cerebro. En esta línea, resalta que un correcto diagnóstico “permite el inicio temprano de tratamientos específicos, el acceso a medidas de apoyo social y económico, y una planificación futura adecuada, lo que aporta innumerables beneficios tanto para los pacientes como para sus familiares y cuidadores”. Por ello, incide en la importancia de aprovechar las herramientas diagnósticas para hacer una detección certera y no limitarse “a diagnósticos genéricos de demencia, que solo describen un conjunto de síntomas”.
La llegada de los fármacos modificadores de la enfermedad de Alzheimer plantea un cambio de paradigma en el que se hace “imprescindible la confirmación biológica de la enfermedad”, apunta la especialista.
La Agencia Europea de Medicamentos (EMA) ya ha recomendado la aprobación de lecanemab y donanemab para el tratamiento del Alzheimer en fases iniciales, dos fármacos que actúan eliminando o reduciendo las placas de beta-amiloide en el cerebro, una característica clave de la enfermedad y que han demostrado ralentizar el deterioro cognitivo en etapas tempranas de la enfermedad. A la espera de que la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) haga lo propio, a nivel internacional hay numerosas investigaciones en marcha para investigar más de un centenar de nuevos compuestos. Con este panorama, la neuróloga vaticina que “en los próximos años podríamos disponer de varios fármacos con eficacia clínica y capaces de modificar de forma clara la biología de la enfermedad”.
“Puesto que son precisamente los biomarcadores los que permitirán seleccionar a aquellos pacientes que realmente se puedan beneficiar de estos nuevos fármacos, se hace cada vez más necesario generalizar el uso de biomarcadores para el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer”, resalta Sánchez del Valle. Y pone cifra a este reto: si actualmente solo se realizan entre un 10 y un 20% de diagnósticos en base a biomarcadores, se debería alcanzar el 90% en los próximos años.
Desde la SEN también ponen el foco en prevención, pues, aunque la edad sea el principal factor de riesgo para desarrollar la enfermedad de Alzheimer, casi uno de cada dos casos es atribuible a factores relacionados con el estilo de vida y el riesgo vascular. Evitar el alcohol y el tabaco, realizar ejercicio físico, socializar y mantenerse cognitivamente activo, corregir la pérdida de audición o visión, tener un peso saludable, controlar la diabetes, el hipercolesterolemia y la hipertensión arterial, y evitar los traumatismos cerebrales y la exposición a la contaminación ambiental son medidas que nos permiten protegernos frente a la demencia.