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Día Mundial del Cáncer de Próstata

César Comuñas: “El estigma del cáncer de próstata viene de una masculinidad mal entendida”

El vicepresidente de la Asociación Nacional de Cáncer de Próstata (ANCAP) y paciente de este tipo de tumor relata a Medicina Responsable su experiencia con esta enfermedad, de la que muchos hombres que la padecen no se atreven a hablar abiertamente

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César Comuñas: “El estigma del cáncer de próstata viene de una masculinidad mal entendida”
Freepik

Por Juan García

11 de junio de 2024

Cada año se diagnostican más 30.000 nuevos casos de cáncer de próstata en España. Se trata del tipo de cáncer más frecuente en hombres y el tercero más mortal para ellos, siendo responsable de unos 6.000 fallecimientos anuales. Son cifras nada despreciables que, no obstante, contrastan con la poca visibilidad que tiene esta enfermedad por el estigma que parte de los propios pacientes. Aunque tiene una tasa de supervivencia superior al 90% cuando se detecta en fases tempranas, cuando se llega tarde es fácil que las consecuencias sean irreversibles. 

A César Comuñas, vicepresidente de la Asociación Nacional de Cáncer de Próstata (ANCAP), la predisposición genética por haberlo sufrido su padre, ya que se sabe del componente hereditario de esta patología, le hizo estar alerta y acudir a tiempo a consulta con el urólogo para comprobarlo. Además de ser un orgulloso superviviente de esta enfermedad, quiso implicarse más allá en esta causa y ayudar a otros pacientes que pasan por su misma situación y ser ejemplo en “dar la cara” frente a un tipo de tumor que muchos hombres reniegan de reconocer. Siete años después de su diagnóstico y tras una última revisión con buenas noticias, atiende a Medicina Responsable para contar su experiencia en la lucha contra esta enfermedad. 

Cuando hablamos del cáncer de próstata, se le denomina con frecuencia una “enfermedad silenciosa”, ¿a qué se debe?

Efectivamente se conoce como el cáncer silencioso. No hay más que ver que hay muchísimas mujeres, que para nosotros son un ejemplo, que dan la cara y no se ocultan cuando les diagnostican cáncer de mama, mientras que los hombres con cáncer de próstata pasamos más desapercibidos. Esto tiene que ver mucho con esa probablemente mal entendida masculinidad. En general los hombres somos muy machotes como para reconocer que tenemos algún problema. Y claro, cuando se diagnostica el cáncer de próstata, las intervenciones producen en casi todos los casos efectos secundarios como incontinencia urinaria y disfunción eréctil y muchos hombres no quieren contarle eso a su entorno. Al menos unos cuantos estamos ya dando la cara y no nos importa reconocerlo públicamente, porque con eso sabemos que estamos abriendo camino y estamos invitando a otros a que lo hagan. Pero hoy por hoy nos queda muchísimo camino por recorrer.

Entiendo que el hecho de haber sido paciente le hace vivir su rol en la ANCAP de forma mucho más personal.

Se vive de forma mucho más cercana, evidentemente. Se entiende muy bien a otros pacientes cuando tú has pasado por lo mismo que ellos. Al incorporarme a la ANCAP pretendía ayudar a hacer funcionar la institución para que el conjunto de los pacientes comparta sus inquietudes. Estos cargos implican muchísimo trabajo, pero también tienen una recompensa inmediata porque saber qué estás ayudando a otras personas que sufren como tú en su momento, recompensa mucho.

¿Cuál es el papel de la ANCAP?

Desde nuestra asociación tenemos dos grandes líneas de trabajo. La primera es ayudar, formar y acompañar al paciente que, como yo, tiene esta enfermedad. Hay un trabajo de información y acompañamiento que a todos nos viene bien, prestamos un apoyo especializado a través de una psico oncóloga que tenemos para atender tanto individualmente como en reuniones de grupo. La otra, incluso más importante, es la prevención. Anticiparnos y favorecer el diagnóstico precoz. Porque cuando un paciente desarrolla metástasis, las posibilidades de actuar sobre él se reducen muchísimo. Es muy importante que entre la población masculina cale el mensaje de acudir a revisión con el urólogo a los 50 años para la población general, o los 45 en el caso de ser afrodescendiente o de tener antecedentes genéticos de familiares que han tenido esta enfermedad. Cuando se hace una adecuada prevención los tratamientos van a ser menos invasivos y agresivos, además de mucho más eficaces. Se va a alargar la vida del paciente y lo que es más importante, mejorar su calidad de vida.

¿Su suele detectar tarde?

Si se espera a la aparición de síntomas o a padecer dolor, pues puede que entonces te dé ya con metástasis y con un problema grave de difícil solución. Pensar que no notar síntomas es razón para no ir al urólogo es un error grave. Yo mismo creía que con acudir al urólogo a los 50 estaba cumpliendo y realmente hubiera sido mejor ir con 45. No soy profesional, pero sí que tengo entendido que es un tipo de cáncer al que es fácil llegar tarde. El diagnóstico se realiza con un simple análisis de sangre, se puede determinar el nivel de PSA (antígeno prostático específico) y si está por encima de lo recomendable conviene hacer otras pruebas para asegurarnos de que no hay ningún problema. Hay mucho prejuicio sobre hacer el tacto rectal, pero recuerdo algo que me dijo un profesional y no se me olvidará en la vida: “El que no mete el dedo mete la pata”. Creo que fue muy ilustrativo y clarísimo.

Desde luego. En su caso, ese diagnóstico ¿le pilló por sorpresa?

Yo me encontraba perfectamente el día que me dieron la noticia, en febrero de 2017. No me cogió por sorpresa porque mi padre ya tuvo cáncer de próstata y murió con él, aunque no como consecuencia de ello.  Tras detectarlo se me hizo una cirugía, la prostatectomía radical, y al año y medio de hacerla las células empiezan a moverse otra vez y me tuvieron que dar 35 sesiones de radioterapia. Desde entonces han pasado cinco años con mejoras y recaídas, hasta hace un par de meses. Los índices de PSA subieron más de lo debido y me mandaron una gammagrafía con PSMA (una técnica de diagnóstico por imágenes de medicina nuclear utilizada en el diagnóstico y la estadificación del cáncer de próstata), la técnica más avanzada. Afortunadamente está limpio así que solo queda esperar próxima revisión en septiembre, pero haciéndome a la idea de que un día las cosas pueden cambiar y empeorar. Estoy contento y tengo una vida prácticamente normal, hago deporte cada día. 

¿Le ha ayudado a usted como paciente formar parte y ocupar un cargo de responsabilidad en la asociación? 

Me encanta que me haga esa pregunta porque es una forma de reconocer ese trabajo totalmente gratuito que hacemos desde la asociación y con el ánimo de apoyar a los pacientes. Hacemos muchísimas cosas, porque para el paciente no hay cosa peor que la soledad y eso ocurre a veces cuando se padece un cáncer. En la asociación tenemos incluso un grupo de Whatsapp para que los pacientes compartan sus experiencias y otro en el que organizamos cada mes una ruta senderista. Luego vamos a comer a un restaurante, quedamos…así nos hacemos compañía y nos sentimos familia. Nos sentimos tan bien que algunas veces nos tenemos que recordar: “Oye que tenemos una enfermedad jodida”. 



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