Por Aurora Molina
22 de mayo de 2024Investigadores españoles del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) han analizado más de 11 millones de ingresos hospitalarios en 48 provincias españolas durante los meses de verano (junio a septiembre) entre 2016 y 2019. Los resultados, publicados en la revista Environmental Health Perspectives, demuestran que las altas temperaturas aumentan el riesgo de ingresos en pacientes con obesidad e insuficiencia renal y urinaria, entre otras.
El análisis de los datos demostró que las altas temperaturas tenían un impacto general en las hospitalizaciones. Aunque el calor aumentó las hospitalizaciones en todos los grupos de edad, los más vulnerables fueron los menores de un año y los mayores de 85. Asimismo, también se mostraron diferencias por sexo, ya que en los días más cálidos loa hombres mostraron un mayor riesgo de hospitalización que las mujeres, mientras que ellas tenían más riesgo de ingreso por enfermedades parasitarias, endocrinas, metabólicas, respiratorias o urinarias.
"Los mecanismos subyacentes por los que el calor desencadena resultados adversos para la salud siguen sin estar claros, pero parecen estar relacionados con la forma en que nuestro cuerpo regula su propia temperatura", señala Hicham Achebak, investigador de ISGlobal y titular de una beca postdoctoral Marie Sklodowska-Curie de la Comisión Europea. "En condiciones de estrés térmico, el organismo activa la vasodilatación cutánea y la producción de sudor para perder calor”, añade. “Las reacciones subsiguientes pueden afectar a las personas de forma diferente en función de una serie de factores, como la edad, el sexo o las condiciones de salud preexistentes. Sabemos, por ejemplo, que las mujeres tienen un umbral de temperatura más alto a partir del cual se activan los mecanismos de sudoración y son más susceptibles a los efectos del calor".
Los trastornos metabólicos y la obesidad son dos de las enfermedades a las que más les afecta el calor. De hecho, el riesgo de ingreso hospitalario por estas patologías en los días más calurosos casi se duplicó. “En las personas con obesidad, las respuestas a la pérdida de calor funcionan con menos eficacia, ya que la grasa corporal actúa como aislante, lo que las hace más susceptibles a los trastornos por calor", afirma Achebak.
“Estos resultados, además de aportar evidencia sobre la morbilidad afectada por las temperaturas elevadas, también sirven de base para sustentar, mejorar y señalar las deficiencias de la disponibilidad de datos necesarios para ser incorporados no solo al análisis específico concreto, sino también a los sistemas de vigilancia y alerta precoz que permitan disminuir los efectos negativos sobre la salud de la población”, explica para Science Media Centre España (SMC) Óscar Zurriaga, epidemiólogo, investigador del departamento de Medicina Preventiva, Salud Pública, Ciencias de la Alimentación, Toxicología y Medicina Legal de la Universidad de Valencia y presidente de la Sociedad Española de Epidemiología.
Para el epidemiólogo Zurriaga, “el estudio resalta, sobre todo, los efectos que las temperaturas elevadas tienen en las enfermedades metabólicas y la obesidad”, apreciándose “los efectos añadidos de la contaminación atmosférica”.
Todos los factores que tienen que ver con el cambio climático afectan a la salud de las personas. En el caso de la humedad relativa, los investigadores comprobaron que no tenía un papel relevante dentro del estudio, salvo en los casos de riesgo de bronquitis aguda y bronquiolitis, siendo mayor en los días con menor humedad.
Los días de contaminación atmosférica agravaban el riesgo de hospitalización por calor en el caso de los trastornos metabólicos, la obesidad y la diabetes. "Observamos que los efectos añadidos de las olas de calor (o temperaturas extremadamente altas durante días consecutivos) eran pequeños y específicos para un subconjunto de enfermedades, principalmente enfermedades infecciosas no respiratorias, trastornos endocrinos y metabólicos o enfermedades del sistema nervioso, entre otras”, señala Joan Ballester Claramunt, investigador de ISGlobal y autor del estudio. “Por esta razón, creemos que los actuales sistemas de alerta temprana de calor-salud deberían activarse no sólo durante las olas de calor, sino también durante temperaturas extremas no persistentes".