Por Lucía de Mingo
3 de marzo de 2022“Cuando le daban las crisis asmáticas se le ponían los labios azules. Yo estaba días sin dormir porque no podía dejarla sola. Me daba miedo que se asfixiara y no me enterara”. Así explica Rosa García, madre de una paciente asmática desde los nueve meses de vida, su experiencia con esta enfermedad.
El asma infantil es una enfermedad pulmonar que afecta al desarrollo del día a día de cualquier niño que la padezca. Practicar deporte, tocar instrumentos, ir al colegio, jugar o simplemente dormir se pueden convertir en verdaderos desafíos si la enfermedad no está controlada.
El doctor José Ramón Villa, jefe del Servicio de Neumología del Hospital Niño Jesús, sostiene que entre los síntomas más destacados se encuentran la tos, la dificultad respiratoria, la opresión torácica y las sibilancias. Su aparición puede favorecerse por varias circunstancias. Entre ellas podemos destacar “las infecciones respiratorias, el esfuerzo y en ocasiones la alergia a los alérgenos ambientales (ácaros, pólenes, animales domésticos…)”.
Ingresos por asma
Para Villa una crisis asmática es el empeoramiento más o menos brusco de estos síntomas. Por ello, recalca que tanto en etapa infantil como en edad adulta su empeoramiento “puede requerir tratamiento en urgencias o incluso ingresar en el hospital”.
Es más, esta enfermedad es la tercera causa de hospitalizaciones que se podrían haber prevenido. “Una noche en urgencias era complicada e interminable”, afirma Rosa. Confirma que se pasaba toda la noche al lado de la cuna de su hija y que ésta llegó a estar ocho días ingresada. “Pasábamos horas allí. La tenían con oxígeno, poniéndole aerosoles o pinchándole corticoides porque se le cerraban los bronquios”.
Por ello, es importante que el niño comprenda que “el asma es una enfermedad inflamatoria crónica en la que la inflamación de las vías aéreas no está presente sólo cuando se encuentra mal sino de forma persistente”.
La importancia de un buen diagnóstico
Según la Asociación Española de Pediatría, el asma es uno de los motivos de consulta más frecuentes en Atención Primaria. De hecho, se ha convertido en la principal enfermedad crónica en la población infantil ya que en torno al 7-15% la padece.
Rosa destaca que al principio ni los profesionales de la seguridad social ni de la privada eran capaces de detectar lo que tenía. Por este motivo “todas las semanas tenía que correr con ella a urgencias o llevarla al pediatra”. Y es que su hija comenzó a tener síntomas relacionados con la enfermedad a los nueve meses y hasta los tres años no detectaron que se trataba de asma alérgica. Tras contactar con una buena especialista que le hizo las pruebas pertinentes y le administró el tratamiento correcto su hija mejoró notablemente.
Hay
datos que demuestran que los pacientes peor tratados durante la infancia sufren
una obstrucción crónica no reversible de la vía aérea, relata Villa. A pesar de
ello, “no está suficientemente claro que seamos capaces de evitar la progresión
del asma con medidas farmacológicas”. La
mayoría de los niños superan la enfermedad. Aun así, uno de cada cuatro
continúa con ataques de asma o vuelven a desarrollarla años después. El
neumólogo sostiene que es posible que un niño con asma, sobre todo si es leve,
se mantenga asintomático durante muchos años e incluso pueda dejar de padecer
la enfermedad cuando sea adulto. Desde
la Guía Española para el Manejo del Asma (GEMA) se hace hincapié en que la
educación en asma, tanto del niño como de su familia, es uno de los pilares
fundamentales para combatirla. De esta forma, será capaz de reconocer los
síntomas y cuándo administrarse un medicamento u otro, reforzándose así la
autonomía del niño y el autocuidado.