Por Luis del Val
15 de abril de 2025Albergaba algún temor esta mañana. La primera, debido a que el entrevistador (Ernesto Saénz de Buruaga) ha pasado la última semana en Nueva York, y a lo peor, nos encontraba algo pueblerinos. Y, la segunda, es que temía que la entrevistada (Fátima Matute), nos dijera que ella es médico y cuñada, o médico y suegra, o médico y hermana, de la misma manera que la ministra de Sanidad, nos recuerda, con insistencia, que ella es médico y madre.
Temores infundados, y un gran alivio, avecindado con el agradecimiento. A mí los radiólogos me han inspirado mucho respeto por esos aparatos que ven lo que los demás no podemos ver, porque antes de que se pongan a funcionar, los radiólogos y sus ayudantes se marchan con rapidez, y te dejan sólo ante el toro electrónico. Sin embargo, esta señora no parece tener el aspecto de quien visita con frecuencia el burladero, y produce la impresión de que mira al toro de la vida sin parapetos. Y su sonrisa, casi permanente, debe convivir con la energía firme de tomar decisiones -y cesar y nombrar requieren firmeza y convicciones- lo que esta mañana podríamos decir que se refleja en su atuendo. Por un lado, una chaqueta negra con botonadura de metal dorado, en ambos lados, lo que proyecta una sensación de rigor casi militar o de liturgia cercana a la librea, y, como contraste, una blusa rosa palo, donde los botones se sustituyen por lazos.
La botonadura metálica y el blando jugueteo de los lazos, el rigor y la adaptabilidad, el metal y la tela, o, como dirían en Oriente, el ying y el yang, porque no puede entenderse la luz sin el conocimiento de la oscuridad. Observo que las manos se entrelazan con frecuencia, estrechándose los dedos, y no voy a entrar en disquisiciones sobre si la mano izquierda o la derecha son el ying o el yang, pero si podríamos atisbar a una persona acostumbrada a reunirse consigo misma, a encontrar soluciones en la reflexión, y también una cierta prudencia en cualquier situación, aunque sea una entrevista, porque las preguntas, a veces, las carga el diablo.
En el empeine de los zapatos negros hay dos tiras brillantes, como una concesión, y casi se han oscurecido cuando la indignación de la politización de los muertos por covid ha hecho explosionar su indignación. Y la cabellera sigue abundante y espesa. Necesitará otras cosas, pero le sobra biotina. Con eso, y con su currículo, sólo necesita suerte.
Retrato hecho por Luis del Val, director de Opinión de Medicina Responsable, en el desayuno informativo "El primer café"