Por Luis del Val
18 de agosto de 2023Entiendo el proceso de la indignación en un hospital, porque la frustración se va convirtiendo en cólera, y bajo la cólera y la ira se abre el camino a la violencia. Entender no es admitir la violencia, ni tener misericordia con el violento. Y, personalmente, no la tengo con quien emplea la violencia contra una mujer, contra un niño o contra un médico. El último caso del que se informó en medicinaresponsable.com fue el de un violento que atacó a una médico embarazada. Este es el campeón de nuestro desprecio, porque la emprendió a golpes con una mujer, con una médico, y con el niño que se estaba formando en sus entrañas. Hay que ser despreciablemente bruto para una acción así. Además, hay que ser necio para no entender que la falta de atención y urgencia hospitalaria no es responsabilidad, ni corresponde a un enfermero, a una médico, o a un conductor de ambulancia. Y, además, hay que ser enormemente cobarde para pegarle a una mujer embarazada. Todos los violentos que atacan al personal sanitario son un mezcla despreciable de brutalidad grosera, ignorancia majadera y cobardía con certificado cum laude. O sea, violentos, estúpidos y cobardes.