
Por Luis del Val
17 de noviembre de 2025Cuando era un niño, los ciegos vendían el cupón en las esquinas de las calles más concurridas. Un día, había mucha gente alrededor de un ciego, y vi que, bajo las gafas negras, había una húmeda huella de lágrimas. Le habían dado un papel falso haciéndolo pasar por un billete de cien pesetas, entonces una fortuna.”¡Miserables!”, exclamó mi madre. Sí, es miserable engañar y robar a un ciego.
También es miserable engañar y robar en el seno de la Comisión Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), donde se dedican a investigar para poder curar más rápido a los enfermos de cáncer.
No son sólo corruptos, son algo más: homicidas a medio plazo, porque retraen recursos de las investigaciones, éstas se retrasan y, a medio plazo, alguien que merecerá estar vivo, morirá. Repito: corruptos y homicidas imprudentes.
Y también hay culpabilidad, “in vigilando”, en quien tienen el deber de gestionar lo que se transformó en una verbena de corruptos donde se concedían contratos a dedo y se colocaban a parientes e incluso a vecinos. Deberían pedir perdón a los enfermos de cáncer y a los españoles que pagamos la verbena.