Por Medicina Responsable
4 de abril de 2025Las causas de la silicosis se descubrieron ya en la segunda mitad del siglo XIX, pero la insensibilidad ante la prevención de los peligros laborales y -¿por qué no decirlo?- la avaricia empresarial, la convirtieron en una especie de “gaje del oficio”, sobre todo en la minería.
Poco a poco, los mineros trabajaron en mejores condiciones que los constructores de las Pirámides, y la enfermedad logró erradicarse -nunca por completo- pero desnudada de esa especie de maldición insuperable, debida a la falta de prevención.
Sin embargo, la silicosis ha vuelto -medio millar de casos anuales- y con un porcentaje notable en derivación al cáncer de pulmón, sobre todo en España, donde tenemos el desgraciado mérito de acumular el mayor número de casos entre los países desarrollados.
Hay menos actividad minera, y tanto en las galerías subterráneas de las minas, como en la horadación de túneles, se toman las medidas oportunas, pero los casos no proceden de ahí, sino de la manipulación de los materiales para la fabricación de encimeras.
Es necesario saber si esos trabajadores realizan su labor con todas las garantías, porque la silicosis no tiene cura, acorta la vida, y, encima, la tos, la disnea, la fatiga, el dolor de pecho, y hasta la pérdida de apetito, y otras consecuencias, convierten en penosa esa vida más corta.