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Simplemente, gracias

Por tantas, y complicadas razones.

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Simplemente, gracias

Por Medicina Responsable

27 de junio de 2024

Cualquier iniciativa social o empresarial es el comienzo de una aventura, que no sabemos cómo se desarrollará, desde la apertura de un restaurante hasta la fundación de una universidad. Y no se escapa de esa incógnita cualquier medio de comunicación, sea tradicional o digital, impreso, radiofónico o audiovisual. Es algo así como introducir un mensaje en el interior de una botella, y aguardar a que las aguas sociales lo lleven a playas o puertos, donde el mensaje pueda interesar, y se reclamen más mensajes.

La incógnita es también desazón, porque ni el restaurante, ni la universidad, dependen sólo de la cocina o de la preparación académica de sus profesores, sino de que el público acepte sentarse en una mesa o matricularse para sentarse en los pupitres.

En el caso de un medio de comunicación, la desazón es más profunda, porque no vemos las caras, las expresiones, los rostros de comensales o educandos. Hace ya más de de dos años, lanzamos la botella al proceloso mar de las redes digitales esperando que se leyese el mensaje de su interior, y que recibiéramos mensajes que nos ayudaran a lanzar más mensajes, más botellas por ese océano de lo digital, donde convivimos expertos informáticos con tradicionales seres analógicos.

Haber crecido, en el último año, un 400% en usuarios, y superar los tres millones de personas, que se han acercado a alguna de las más de 15 millones de páginas, nos reconforta, pero también nos estimula para tratar de hacerlo mejor.

En alguna ocasión como, por ejemplo, la reciente entrega de los Premios Latido, pasamos de lo digital al encuentro social, donde la comunicación no depende pulsar botones, sino de hablar en el entorno real, y allí recibimos comentarios, alabanzas y críticas sobre nuestro trabajo. Y eso nos ayuda muchísimo, porque las cifras se convierten en personas, y los porcentajes en ciudadanos de carne y hueso.

A todos ellos, gracias, porque nos dejan seguir lanzando mensajes en esas botellas que se abren con el ordenador o la pantalla de la tableta. Gracias por mantener y acrecentar nuestra ilusión. Gracias por habernos sanado de la enfermedad de la desazón, y que nos ha permitido que nos hayan dado de alta. Por tantas, y complicadas razones, simplemente: Gracias.



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