Por Medicina Responsable
31 de octubre de 2024Ese caballo desbocado, que es una gota fría -llamado ahora dana- castigó varias comunidades españolas, principalmente la de Valencia. Y la Sanidad, los bomberos, la Guardia Civil, la Policía Nacional, y la Unidad Militar de Emergencias, estuvieron a la altura de lo que siempre esperamos de ellos. Los políticos, en cambio, demostraron esa insensibilidad grosera de quienes se pasan la mayor parte del tiempo, en el que están algo despiertos, mirando el ombligo del partido o sus intereses privados. Mientras los bomberos arriesgaban su vida, en tanto los ciudadanos ponían en peligro la suya para salvar a una mujer, a una niña, a un anciano, los políticos, medianamente avergonzados, decidieron suspender la sesión de control al Gobierno, a medida que el medio centenar de vidas arrasadas parecía que llegaba al centenar. Y suspendieron la sesión.
Pero había algo que los que perdían la vida en Valencia, en Murcia, en Castilla La Mancha o en Málaga, comprenderán: el inaplazable nombramiento de los nuevos consejeros de Radio Televisión Española, algo urgentísimo, mientras en un pueblo alguien tiraba una sábana para que se pudiera agarrar a ella una mujer que iba a ser arrastrada por la aguas y, un guardia civil se deslizaba por la cuerda de un helicóptero para rescatar a unas personas que estaban, presas del pánico, en un tejado.
Ninguna de esas personas, que estaban en clínicas y hospitales, ninguno de esos hombres y mujeres pensó en las horas extraordinarias, en el sueño, en la fatiga, en el peligro que corrían mientras patrullaban sobre aguas todavía torrenciales. Y, mientras, en el Congreso de los Diputados, como si los cadáveres no fueran sueños interrumpidos que atormentaban a decenas de familias, y consistieran en cabezas de ganado, seguían votando, en media orfandad porque los diputados de derechas, espantados, habían abandonado el hemiciclo.