Carta a los Reyes Magos

Queridos Reyes Magos: 

Nos gustaría algo de oro para que se puedan pagar los miles de plazas de médicos que faltan en el país. Que la mirra -que es antioxidante, antiinflamatoria y antiséptica- sea sustituida por fármacos eficaces de no muy alto precio. Y no necesitamos incienso, porque la vanidad se encuentra muy extendida en los diferentes campos sanitarios, desde la Administración hasta el culto a la personalidad, en academias, congresos e instituciones. 

Nos gustaría que nos dejaseis varios baúles de comprensión, ante las esperas -motivadas por un desequilibrio, sobre todo en la atención primaria- y que se erradiquen las agresiones y los insultos a médicos y personal de enfermería, termómetro de algunos de nuestros males sociales, donde podemos pasar del aplauso a la bronca. 

Si os sobra algo, porque habréis tenido una fuerte demanda, sería muy útil un camión cisterna de sentido común, para que algunos dirigentes políticos, de determinados territorios, lleguen a entender que es más importante que a nuestro hijo le practiquen una intervención quirúrgica irreprochable, a que sea más valorado el cirujano que habla algún idioma o dialecto del territorio, entre otras cosas porque nuestro hijo, cuando está en el quirófano, no puede hablar en ningún idioma, puesto que estará anestesiado. 

En fin, pasad por España sin miedo a ser multados porque los camellos lleven demasiada carga, ya que la disparatada Ley Animal, todavía no ha sido aprobada. 

Y gracias, queridos Reyes, por vuestra paciencia, por vuestra generosidad, y por recordarnos que el regalo de los conocimientos de quien sabe diagnosticar y curar hace de nuestros médicos unos magos, y unos reyes de la salud. 

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