Por Medicina Responsable
4 de julio de 2024El acceso de los menores, no ya a la pornografía, sino a las más groseras formas de sadismo y masoquismo, no tiene precedentes. Y resulta estremecedor, porque trastoca cualquier valor, destruye la posibilidad de avanzar con normalidad hacia la edad adulta, y puede provocar un daño irreparable en el cerebro de los menores.
La solución de adoptar precauciones, basadas en la identificación de la edad a través de un carnet, resulta tan ilusoria como terminar con el alcoholismo de los menores a través de la obligación de los adultos de enseñar el NIF en los bares, antes de tomar una copa, o acabar con la prostitución exigiendo un carnet de frecuentador de burdeles.
El problema no es sencillo, pero intentar atajarlo a través de simplezas no ayuda a buscar una solución, y el carnet de adulto en pornografilia, no evita el peligro, porque hay docenas de canales, situados en docenas de países, que son imposibles de controlar, con los que podríamos controlar a los adultos españoles, mientras los menores seguirían viendo pornografía.
El control del uso de los teléfonos móviles en menores de edad es responsabilidad de los padres. El mimetismo de que, como el vecino menor lo tiene, nuestro hijo no va a ser menos, es descabellado. Pero más allá de que, sin tener uso de razón, en España se tenga acceso al uso del móvil, habrá que poner barreras a nuestros menores, y eso lo tienen que llevar a cabo los padres.
Si la tecnología avanza, avanza en todos los sectores. Y, de la misma forma que llegamos a la Inteligencia Artificial, habrá algún método para poner barreras a través de la Inteligencia para bloquear accesos.