Por Medicina Responsable
13 de marzo de 2024La salud y la enfermedad no admiten discriminaciones políticas: al oncogén, al virus o a la bacteria les da igual qué ideología tiene el enfermo, el médico que le atiende o el consejero o ministro de Sanidad que ejerza en ese momento. Y es que las ideologías no tienen otra influencia que la de gestionar los medios que los ciudadanos ponemos en manos de los gobernantes. Por eso, cuando observamos que en asuntos relacionados con la salud se discrimina, se mangonea, se falsea o se intenta extraer réditos políticos, no es difícil llegar a la conclusión de que, cuando cualquier Gobierno actúa de esa manera es un Gobierno del que no nos podemos fiar. Y no nos fiamos de este Gobierno.
El descubrimiento de una venta de mascarillas inservibles, a través de una trama corrupta, en la que hay implicados presidentes de comunidades autónomas y altos cargos ministeriales, se ha saldado con el pase al grupo mixto del exministro Ábalos. La presidente de una de esas comunidades, Francina Armengol, responsable de adquirir mascarillas inútiles, que se guardaron en un almacén; responsable de no reclamar la estafa -¡durante tres años!- y, responsable, también, de firmarle a la empresa estafadora un certificado en que avalaban su producto y su gestión, es algo escandaloso, sobre todo cuando, al perder las elecciones en su territorio, fue premiada con la presidencia del Congreso de los Diputados. Y no ha dimitido. Y su partido no le ha hecho ningún reproche, y el Gobierno presume de que actúa con diligencia ante la corrupción, o sea, miente con un cinismo que produce vergüenza incluso a los observadores.
Pues bien, a un ciudadano le abre expediente la Agencia Tributaria, y le acusa de no haber hecho correctamente el pago de sus impuestos, generados a través de las mascarillas que vendió al ministerio de Sanidad. Las mascarillas eran correctas, el ministerio de Sanidad las compró, y nadie le reprocha nada al ministro. Pero como este Gobierno no es de fiar, pide la dimisión de la presidente de la Comunidad Autónoma de Madrid, porque dos años más tarde de estos hechos, la presidente conoció y tiene amistad con este ciudadano. Ni le conocía entonces, ni la Comunidad que preside tuvo tratos con él a través de la Consejería de Sanidad. La desmesura de la petición deslumbra con la paciencia y sosiego con que la presidente del Congreso de los Diputados, tercera autoridad del Estado, continúa sin dimitir, y no le acusamos de corrupta por su descuidada gestión, sino de inepta, de despistada y de irresponsable.
¿Qué será lo próximo? Mucho nos tememos que los enfermos de las comunidades autónomas, regidas por partidos que no son afines al Gobierno, sean discriminadas y reciban menos dinero que las afines. Ya empieza a haber anuncios de una insensata discriminación, con posibles haciendas fiscales que no serán solidarias con el resto de España. Podría haber enfermos de primera y de segunda, según el territorio: la más miserable y vergonzosa de las desigualdades. Puede parecer una hipérbole, pero algunas que lo parecían, no hace mucho, se han convertido en realidad… Porque este no es Gobierno para fiarse.