Por Medicina Responsable
30 de mayo de 2024Puede que nos encontremos a poco más de un año para volver al siglo pasado, cuando teníamos que devolver el casco de vidrio de la botella de gaseosa y evitar que no te cobraran el envase de la nueva, pero aplicado a los briks y envases de plástico. Incluso esta medida, que ya se ha aplicado en las bolsas de supermercados, no será suficiente, porque el ciudadano español, aunque no sea rico, se considerará como tal por pagar diez céntimos por cada brik de leche que tire a la basura, en lugar de devolverlo. ¿Por un euro va a almacenar diez paquetes de leche en casa, y los va a trasladar al súper, en la próxima compra para que se lo descuenten? No hay que ser sociólogo, sino vivir en España para calcular que la medida no tendría mucho efecto.
El plástico es muy cómodo, muy funcional y muy limpio, pero es malo para la salud, tarda en descomponerse entre un siglo y quinientos años, y sus partículas ya están en nuestro cuerpo.
Es necesaria una intensa campaña de sensibilización ante un producto que nos hace la vida muy cómoda, pero muy peligrosa para las generaciones actuales y las que vengan.
Más de un millón de toneladas de plástico se encuentra en el Mediterráneo. Los peces ingieren plástico, y nosotros también, porque comemos peces. El problema es que este envenenamiento no produce picores, ni náuseas, ni fiebre, ni inflamación, ni dolor, ni nada. Pero no estará matando.
Siempre se habló de la hipótesis de que un desastre nuclear acabaría con la especie humana. A lo peor es, poco a poco, y sin darnos cuenta por culpa de los polímeros.