Por Julia Porras
5 de abril de 2022Perros robot por las calles desiertas de Shanghai. Parece
una película de ciencia ficción apocalíptica, pero es la realidad de la ciudad
más grande de China, en la que el gobierno se ha visto obligado a confinar a
sus más de 26 millones de habitantes por el brote de Covid más virulento desde
el comienzo de la pandemia. Ómicron se ha hecho fuerte en el país asiático y su
capital financiera está sufriendo el mayor rebrote de Covid desde el principio
de la pandemia.
El sonido de las ambulancias trasladando a enfermos, el Centro Internacional de Exposiciones de la gran ciudad convertido en un hospital de campaña para los contagiados, sanitarios con EPIS caminando con sus maletines médicos por las calles y entrando en las casas para realizar pruebas PCRs a domicilio… Este es el actual panorama de la ciudad.
¿La razón? Shanghai bate récords de contagios en estos momentos. Más de 19.000 casos notificados en las últimas 24 horas, sexto máximo diario consecutivo. Ómicron se ha hecho fuerte en el país asiático y su capital financiera está sufriendo el mayor rebrote de Covid desde el principio de la pandemia.
Duras medidas para los contagiados
Parece que la política “Zero covid” del gobierno chino no ha
funcionado y es que hacer test masivos en una ciudad tan grande no es tarea
fácil: a pesar de la llegada de
sanitarios (más de 3.500) de otras provincias chinas, no dan abasto.
Pero aun sorprende más el camino al infierno de los positivos. Una vez detectados, son llevados a los centros de confinamiento donde han de estar solos y aislados de sus familias, que deben guardar cuarentena. En este periplo, la peor parte se la han llevado los niños positivos, ya que estaban siendo separados de sus familias a partir de los siete años. Afortunadamente, en las últimas horas el gobierno chino se ha retractado de esa dura medida y ha dejado que algunos progenitores de menores con necesidades especiales, los acompañen durante su aislamiento en los centros públicos de salud donde estaban siendo encerrados junto a adultos infectados.
Lo peor viene ahora
Parece que la baja tasa de vacunación entre los ancianos, y
una capacidad sanitaria reducida con respecto a países occidentales, están
mermando las fuerzas del sistema sanitario que se ve absolutamente desbordado.
Pero, el mayor temor de los habitantes confinados en sus
casas es el desabastecimiento y, como no pueden salir ni a comprar productos de
necesidad básica, tienen que confiar en los pedidos on line y en que los
repartidores lleguen a tiempo de llenarles la nevera. Esto sin contar que no
todo el mundo maneja las tecnologías. El gobierno se ha comprometido a reforzar
el sector alimentación, pero el miedo entre la población confinada es latente. De hecho en algunas zonas, ciudadanos desesperados han
salido a las calles para asaltar supermercados cerrados y abastecerse de los
productos básicos que escasean.
Por otro lado llegan datos e imágenes alarmantes desde Hong Kong, donde los cadáveres se acumulan en las funerarias y hospitales junto a los enfermos, por problemas burocráticos y por falta de personal para enterrarlos.
La ola en Shanghai es ya un tsunami.