Por Pedro Martínez
22 de agosto de 2025Un estudio, liderado por el Instituto de Neurociencias del CSIC, ha descubierto que los niños que estuvieron expuestos a la COVID-19 cuando estaban en el vientre de sus madres antes de la llegada de las primeras vacunas, muestran un 10% más de retrasos en el desarrollo cognitivo que aquellos cuyas madres no atravesaron esta condición durante el embarazo.
La investigación ha determinado que estos problemas en el desarrollo se concentran especialmente en las áreas relacionadas con la memoria y el aprendizaje, ambas condiciones esenciales para la correcta adaptación social y el rendimiento académico. En concreto, se ha demostrado que son más propensos a desarrollar patologías como el trastorno del espectro autista (TEA), déficit de atención, hiperactividad y otros trastornos englobados dentro de las discapacidades intelectuales no sindrómicas, es decir, aquellas que tienen un origen genético y no casan con los parámetros determinados dentro de síndromes ya conocidos.
Aunque las cifras del estudio no reflejan un aumento masivo de casos, sí que ponen sobre la mesa la necesidad de abordar este nuevo problema que, mediante revisiones periódicas y la intervención temprana, podría comenzar el desarrollo de nuevos tratamientos basados en la estimulación cognitiva o el refuerzo escolar.
Este estudio se postula como uno de los primeros análisis sobre las repercusiones que pudo tener el coronavirus en la descendencia de los contagiados. A pesar de que en un inicio las investigaciones se centraran en las consecuencias respiratorias de la enfermedad, con el paso de los años cada vez se estudian más otros campos para poder conocer el abanico de repercusiones para la salud que puede tener esta enfermedad, especialmente a largo plazo y en población pediátrica.
Los investigadores consideran que la exposición al virus durante el embarazo pudo haber interferido en procesos neurológicos necesarios para que el feto pueda desarrollarse correctamente, lo que explicaría los problemas cognitivos descubiertos años después.
Este proyecto sienta un precedente para otras investigaciones centradas en el seguimiento de aquellos niños gestados y nacidos durante los meses de pandemia.