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“La soledad es un factor de riesgo tan potente como la falta de medicación”

En el marco de un seminario organizado por MSD, expertos en salud pública han analizado cómo la situación socioeconómica, el nivel educativo o el entorno familiar condicionan la esperanza de vida de las personas

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“La soledad es un factor de riesgo tan potente como la falta de medicación”

Por Nuria Cordón

18 de noviembre de 2022

La salud y la enfermedad de cada individuo depende de diversos factores que trascienden más allá de la genética. Son los llamados determinantes sociales en salud (DSS), es decir, aspectos como la situación socioeconómica, el nivel de educación, el lugar de residencia o el entorno laboral, social y familiar que condicionan las desigualdades en la esperanza de vida de las personas. Según el “Libro de la Salud”, publicado por el Hospital Clínic de Barcelona y la Fundación BBVA, sólo el 27% del bienestar de las personas está condicionado por los factores biológicos y genéticos, mientras que un 43% depende de los estilos de vida, un 19% de las condiciones medioambientales y un 11% del sistema sanitario. 

“Nuestra salud no depende sólo de los sistemas sanitarios y, probablemente, no es el mayor determinante”. Así lo ha expresado Silvia Calzón, secretaria de Estado de Sanidad, en el seminario “Inventing for Life: Determinantes sociales en salud”, organizado por la compañía biofarmacéutica MSD en colaboración con la Fundación Gaspar Casal.  Por ello, “es justo que las personas conozcan que hay factores, como dónde nacen, su nivel de educación, etc. que van a marcar las probabilidades de enfermar o morir” en su vida. 

Tal y como ha explicado Calzón, el patrón socio económico de cada individuo es clave en cualquier enfermedad. Así, por ejemplo, la frecuencia de enfermedades crónicas como la diabetes tienen mayor incidencia en personas menos favorecidas, un 8%, en comparación con el 3% para aquellas que cuentan con posiciones socio económicas más altas. “Es fácil ver las diferencias en el código postal cuando miramos entre países, pero nos cuesta reconocerlo en nuestro propio entorno, nos cuesta asumir que un niño de un barrio pobre de nuestra ciudad tenga la misma esperanza de vida que un niño de Etiopía. Basta con mirar los atlas de mortalidad para comprobar que siempre se corresponden con los barrios desfavorecidos, los más pobres”. 

Determinantes

De acuerdo con el documento ‘Por una salud no determinada. Una Hoja de Ruta hacia la equidad en salud’, elaborado por la Fundación Gaspar Casal junto a MSD, las personas con menos acceso a la educación, una ocupación laboral más baja o menores ingresos, suelen padecer más problemas de salud y son más proclives a fallecer en edades más tempranas. Sin embargo, nos son los únicos condicionantes; influyen también el género -las mujeres viven de media 82,9 años, frente a los 77,3 de los varones- o incluso el entorno familiar y social: “La soledad es un factor de riesgo tan potente como la falta de medicación”, ha apuntado José Ramón Banegas, catedrático de Salud Pública de la UAM.

También la geografía es un condicionante. Dentro de nuestro país, por comunidades autónomas, la esperanza de vida al nacer es superior en aquellas con mayor PIB per cápita, como Madrid, País Vasco, Navarra, Cataluña, Aragón y La Rioja, situadas al norte de la península; mientras que, en algunas comunidades del sur, como la Ciudad Autónoma de Melilla, esta media puede llegar a reducirse hasta en cuatro años.

Por último, la despoblación es otro de los principales determinantes que causan desigualdades en el acceso a la salud en España: la falta de profesionales sanitarios en las zonas rurales y el difícil acceso a centros de atención primaria y hospitalaria en la conocida como “España vaciada” hacen que quienes viven en zonas rurales vean mermadas sus aspiraciones a vivir más y mejor, tengan más riesgo de padecer enfermedades crónicas y menos acceso a pruebas diagnósticas preventivas. “Como empresa biomédica, creemos que es importante trasladar que las desigualdades en salud son evitables si colaboramos y trabajamos juntos por lograr una salud no determinada. Estamos convencidos de que éste es un objetivo conjunto y compartido por todos: alcanzar una mayor igualdad en el acceso a la salud de las personas”, ha comentado Cristina Nadal, directora ejecutiva de Policy de MSD en España.  

En este contexto, los determinantes sociales en salud son un área con cada vez más interés académico, docente y de investigación, “en parte debido a la llegada de la pandemia de la COVID-19, donde ha quedado demostrado que la incidencia aumentaba en los segmentos poblacionales con menor renta, menor formación académica y unas peores condiciones habitacionales”, ha concluido  Manuel Franco, profesor de Epidemiología de la Universidad de Alcalá (UAH) y la Universidad Johns Hopkins de Baltimore (Estados Unidos).

Cómo abordar el problema

Aunque los estudios son evidentes, para Marisol Rodríguez, catedrática de Economía aplicada de la UB, las respuestas no están tan claras ya que “los mecanismos que sigue la desigualdad económica para convertirse en desigualdad en salud no los conocemos exactamente. Sí sabemos que el sistema sanitario español no es el principal vehículo, de hecho, nuestro sistema es bastante equitativo, tiende a tratar por igual a aquellos que tienen una misma necesidad”. Luego, no es el gran culpable. 

Sin embargo, para José Ramón Banegas, catedrático de Salud Pública de la UAM, ha subrayado que, “a pesar de que las políticas han avanzado algo en España, el potencial de mejora sigue siendo todavía inmenso y desafiante,”. En concreto, ha propuesto “avanzar en legislación y en políticas consensuadas, de mayor realismo y compromiso; favorecer las alianzas entre gobierno y el resto de los actores sociales; formar en competencia profesional y apoyar la investigación en el ámbito de los DSS, además de fomentar la vigilancia, la monitorización y la evaluación de las políticas aplicadas”.  



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