Por Pedro Martínez
5 de agosto de 2025La segunda ola de calor del verano ha llegado esta semana a España poniendo a diez comunidades autónomas y 34 provincias en alerta por altas temperaturas hasta el próximo domingo. Según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) la situación será especialmente preocupante en Badajoz, Córdoba, Granada y Jaén donde las temperaturas llegarán hasta los 42 grados en las horas centrales del día. Pero el calor no solo azota a España durante el día, sino que el país experimentará por todo su territorio los tres tipos de noches que existen durante el verano, y especialmente en una ola de calor: noches tropicales, tórridas e infernales.
El término noche tropical es ampliamente usado durante los meses de verano, en concreto en las noches en las que, a causa del calor, se hace más complicado conciliar el sueño, pero, no todas las noches son tropicales. Este término hace referencia a las noches en las que la temperatura no desciende de los 20 ºC, una temperatura con la que ya comienza a ser complicado dormir de forma verdaderamente reparadora.
Cuando la temperatura nocturna es superior a las 25ºC se conoce como noche tórrida o ecuatorial y aquí es cuando el descanso se convierte en un verdadero problema. Aún así, el calor puede ir más allá con temperaturas que superen los 30ºC a lo largo de la noche, un fenómeno conocido como noche infernal.
Estas noches suponen un problema para el sueño y, por lo tanto, para la salud. En primer lugar, las altas temperaturas dificultan la liberación de melatonina por lo que alcanzar el sueño es mucho más complicado y, una vez dormido, el descanso es mucho menos profundo que en una situación normal. Además, es mucho más fácil que el sueño se vea interrumpido lo que deriva en una fatiga severa, irritabilidad, problemas de concentración, empeoramiento de la memoria y un mayor riesgo de enfermedades crónicas.
Si la situación se prolonga en el tiempo, este mal descanso puede derivar en problemas de salud mucho más graves como un aumento de la presión arterial, el empeoramiento de patologías cardiovasculares previas y un importante desequilibrio en la liberación de hormonas relacionadas con la creación y regeneración muscular o la reparación de tejido cerebral.
Una habitación fresca es uno de los mejores aliados para luchar contra el calor nocturno. Para ello es recomendable mantener las persianas bajadas durante las horas de luz y valerse de aparatos de aire acondicionado o ventiladores para lograr un mayor frescor en el ambiente. Aún así no es conveniente dormir con una corriente directa de aire hacia el cuerpo ya que puede generar sequedad en las vías respiratorias y los ojos, lo que puede derivar hacia una importante irritación de estas zonas.
Conociendo las zonas en la que el cuerpo acumula más calor (pies, manos, nuca y detrás de las orejas) es recomendable que se duerma con un trapo húmedo a mano con el que ir mojando estas zonas logrando reducir considerablemente la temperatura corporal y la sensación de calor. A este trapo húmedo debe sumarse una botella de agua fría de la que poder beber cada vez que sea necesario. Esta pareja de elementos puede ser diferencial en la lucha contra el calor, tanto nocturno como diurno.
Además, es vital evitar cenas copiosas antes de dormir ya que, cuando existe una gran cantidad de alimentos ingeridos el cuerpo necesita de mayor energía para poder realizar la digestión por lo que deriva en un aumento de la temperatura corporal.