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Así responde nuestro cuerpo cuando sentimos miedo

Cuando estamos en peligro se activa el sistema nervioso autónomo provocando numerosas reacciones

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Así responde nuestro cuerpo cuando sentimos miedo

Por Virginia Delgado

31 de octubre de 2024

“Tengo el corazón a cien”, “me he quedado pálida”, “estoy temblando”, "me he cagado de miedo”. Estas son las expresiones más habituales que utilizamos cuando nos damos un susto o tenemos miedo.

No son frases que un día llegaron a la jerga popular porque sí. Cada una de ellas tiene una explicación detrás y, además, es científica.

El miedo es una emoción que activa nuestro cuerpo, al igual que lo hace una situación de peligro. Ambas tesituras ponen en funcionamiento nuestro sistema nervioso autónomo que es, como explica el doctor Pedro Gargantilla, director médico de Medicina Responsable, “el que no podemos controlar. Es distinto al central (cerebro y médula espinal) que es el racional, el que nos permite hablar, hacer cálculos matemáticos…”.

En el sistema nervioso autónomo están los sectores denominados simpático y parasimpático. El primero actúa ante los miedos y situaciones de estrés provocando dilatación de las pupilas, palidez, sudor excesivo, temblores, relajación de los esfínteres, bombeo rápido del corazón y dilatación de los pulmones.

¿A qué se deben estas reacciones? Las pupilas se dilatan para que nuestros ojos vean mejor cómo escapar de la situación de peligro. La piel se torna más pálida porque la sangre se va a la musculatura y al cerebro. “Ambos precisan más cantidad porque, ante el susto, nos preparamos para correr y pelear y, además, pensamos en cómo escapar”, explica el doctor Gargantilla. En cuanto a la sudoración, las glándulas sudoríparas se activan ante la cantidad de cosas que suceden en nuestro cuerpo y, ya que escapar es una de las respuestas, los pulmones se dilatan para que entre más oxígeno. Finalmente, cuando bombea el corazón más deprisa se activan los músculos y el cerebro para luchar y huir, mientras que se relajan otros, como los esfínteres. “En momentos de máximo estrés, la sobrecarga del trabajo cardiaco puede provocar un infarto en personas con el corazón delicado”, señala el doctor.

El sistema nervioso autónomo simpático también libera adrenalina y noradrenalina en momentos en los que se está en peligro. Ambas sustancias son esenciales y vitales para que el cuerpo se prepare y sobrelleve esta situación.

En lo que respecta al parasimpático, es el sistema nervioso autónomo que trabaja cuando estamos relajados porque nuestro organismo no ve peligro. “En estos momentos, el cuerpo está en situación placentera y actúa al contrario. La sangre va al intestino, nos quedamos dormidos porque se manda poca sangre al cerebro, las pupilas se contraen porque no tengo que mirar dónde huir, el corazón va más lento… Somos una máquina perfecta, preparada para todas las situaciones. Es apasionante lo bien preparado que está nuestro cuerpo”, concluye el doctor Pedro Gargantilla.

 

 



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