
Por Julia Porras
10 de enero de 2023Se estima que cinco millones de niños murieron en todo el mundo antes de cumplir cinco años en 2021 y otros 2,1 millones de niños y jóvenes de entre 5 y 24 años perdieron la vida en ese mismo año, según datos del Grupo Interinstitucional de las Naciones Unidas para la Estimación de la Mortalidad Infantil (UN IGME).
Estos terribles datos se suman a los 1,9 millones de bebés que, según los datos de la ONU, nacieron muertos durante el mismo período y que podrían haberse evitado con un acceso equitativo y una atención de salud materna, neonatal, adolescente e infantil de alta calidad. “Una tragedia tan generalizada y prevenible nunca debe aceptarse como inevitable. El progreso es posible con una voluntad política más fuerte y una inversión específica en el acceso equitativo a la atención primaria de la salud para todas las mujeres y niños”, ha señalado Vidhya Ganesh, directora de la División de Análisis, Planificación y Monitoreo de Datos de UNICEF.
Los niños continúan enfrentando oportunidades de supervivencia muy diferentes según el lugar donde nacieron, y el África subsahariana y el sur de Asia soportan la carga más pesada, según muestran los informes. De hecho, África subsahariana registró solo el 29% de los nacidos vivos en el mundo y representó el 56% de todas las muertes de menores de cinco años en 2021. Por su parte, el sur de Asia registró el 26% del total. Los niños nacidos en el África subsahariana están sujetos al mayor riesgo de muerte infantil del mundo, con un porcentaje 15 veces mayor que el riesgo que sufren los niños de Europa y América del Norte.
Las madres en estas dos regiones también soportan la dolorosa pérdida de bebés por mortinatos a un ritmo excepcional, registrando una tasa del 77% de todos los mortinatos de 2021. El riesgo de que una mujer tenga un bebé muerto en el África subsahariana es siete veces más probable que en Europa y América del Norte.
“Es sumamente injusto que las posibilidades de supervivencia de un niño puedan depender únicamente de su lugar de nacimiento y que existan desigualdades tan grandes en su acceso a los servicios de salud que salvan vidas”, ha dicho el doctor Anshu Banerjee, director de Maternidad, Recién Nacido, Niño y Salud Adolescente y Envejecimiento en la Organización Mundial de la Salud (OMS). “Los niños de todo el mundo necesitan sistemas sólidos de atención primaria de la salud que satisfagan sus necesidades y las de sus familias, para que, sin importar dónde nazcan, tengan el mejor comienzo y esperanza para el futuro”.
Los informes, sin embargo, muestran algunos resultados positivos con un menor riesgo de muerte en todas las edades a nivel mundial desde el año 2000. La tasa mundial de mortalidad de menores de cinco años se redujo en un 50% desde el comienzo del siglo, mientras que las tasas de mortalidad en niños mayores y jóvenes se redujeron en un 36%. Por otro lado, la tasa de mortinatalidad disminuyó en un 35%. Esto se puede atribuir a más inversiones en el fortalecimiento de los sistemas de salud primaria para beneficiar a las mujeres, los niños y los jóvenes.
Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer. De acuerdo con el informe, 54 países no alcanzarán la meta de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para la mortalidad de menores de cinco años. Si no se toman medidas rápidas para mejorar los servicios de salud, advierten, “casi 59 millones de niños y jóvenes morirán antes de 2030, y casi 16 millones de bebés se perderán por muerte fetal”.
“Detrás de estos números hay millones de niños y familias a quienes se les niegan sus derechos básicos a la salud”, explica Juan Pablo Uribe, director Global de Salud, Nutrición y Población del Banco Mundial y director del Fondo de Financiamiento Global. “Necesitamos voluntad política y liderazgo para la financiación sostenida de la atención primaria de la salud, que es una de las mejores inversiones que pueden hacer los países y los socios para el desarrollo”.
El acceso y la disponibilidad de atención médica de calidad sigue siendo una cuestión de vida o muerte para los niños en todo el mundo. La mayoría de las muertes de niños ocurren en los primeros cinco años, de los cuales la mitad ocurren dentro del primer mes de vida. Para estos bebés más pequeños, el parto prematuro y las complicaciones durante el parto son las principales causas. Del mismo modo, más del 40% de los mortinatos ocurren durante el parto, la mayoría de los cuales se pueden prevenir cuando las mujeres tienen acceso a una atención de calidad durante el embarazo y el parto. Para los niños que sobreviven más allá de los primeros 28 días, las enfermedades infecciosas como la neumonía, la diarrea y la malaria representan la mayor amenaza.
Si bien la Covid no ha aumentado directamente la mortalidad infantil, ya que los niños enfrentan una menor probabilidad de morir a causa de la enfermedad que los adultos, la pandemia puede haber aumentado los riesgos futuros para su supervivencia. En particular, los informes destacan las preocupaciones sobre las interrupciones en las campañas de vacunación, los servicios de nutrición y el acceso a la atención primaria de la salud, lo que podría poner en peligro su salud y bienestar durante muchos años. Además, la pandemia ha provocado el retroceso continuo más grande en las vacunas en tres décadas, poniendo a los recién nacidos y niños más vulnerables en mayor riesgo de morir a causa de enfermedades prevenibles.