Por Gema Puerto
30 de junio de 2023Que levante la mano la madre, o el padre, que no ha discutido con su hijo adolescente por el uso que hace de Tik-Tok, Instagram o Youtube. Como asegura una investigación de la Sociedad Española del Sueño, los jóvenes pasan cada vez más tiempo frente a las pantallas digitales utilizando redes sociales. En concreto, en 2022 el tiempo que los adolescentes dedicaron a estas tecnologías fue de 151 minutos al día. Un tiempo que, además de propiciar constantes discusiones familiares, tiene un impacto directo sobre su salud y tiempo de descanso. De hecho, “varios estudios demuestran que el 36% de los adolescentes afirman despertarse al menos una vez durante la noche para revisar su móvil, y el 40% usa un dispositivo móvil dentro de los cinco minutos antes de acostarse”, explica la doctora María José Martínez Madrid, coordinadora del Grupo de Trabajo de Cronobiología de la Sociedad Española de Sueño (SES).
Las redes sociales son un “elemento cronodisruptor”, tanto por la activación mental y emocional que generan, como por el hecho de utilizar pantallas digitales (generalmente la del smartphone), que emiten luz azul, una luz que genera una señal de alerta y propicia el estado de activación del sistema circadiano, el encargado de regular los cambios físicos y mentales que ocurren en el transcurso de un día. “La luz azul inhibe la secreción de melatonina, la hormona que aparece en el periodo de oscuridad que ayuda a que nuestro sueño sea profundo y reparador. Si desaparece esta hormona, debido a una exposición inadecuada a la luz azul de las pantallas, es más difícil conciliar el sueño y, éste será mucho más superficial y fragmentado, con muchos despertares”, argumenta la doctora Martínez.
“Con el uso excesivo de los dispositivos se reducen las horas de sueño profundo y no se produce la reparación cerebral que se necesita, lo que repercute para que al día siguiente tengamos peor estado de ánimo y una menor capacidad para resolver problemas. Además, se disminuye la capacidad de concentración y reacción. Por otro lado, las nuevas tecnologías pueden producir adicción ya que, al usarlas, se activan los circuitos de recompensa en el cerebro. Otra consecuencia son los cambios que se producen en los neurotransmisores como la serotonina, dopamina, testosterona y el cortisol. Esta última hormona es la del despertar y, si aumenta antes de dormir, nos ponemos en situación de alerta”, añade la doctora.
Los expertos señalan que el sueño de peor calidad, debido a la sobrexposición de las pantallas, también es un factor de riesgo “significativo” para la aparición de distintos problemas de salud física y mental, especialmente entre la población adolescente y joven. “En la adolescencia se da un aumento de la probabilidad de sufrir retraso de fase, un trastorno que conduce a que los chicos se acuesten más tarde de lo que deberían; de forma que, si al día siguiente tienen que madrugar, esto se traduce en una reducción de las horas de sueño”.
Como señala la portavoz de la SES, un déficit de sueño, incluso de una sola noche, puede afectar a nuestro estado de ánimo ycapacidad de concentración o de reacción. “Este déficit, mantenido en el tiempo, puede tener consecuencias muy variadas: desde la disminución de la capacidad cognitiva, hasta el desarrollo de estrés, ansiedad o depresión, pasando por un menor rendimiento académico y profesional, un aumento de la tasa de absentismo escolar y laboral o el desarrollo de problemas metabólicos, diabetes, hipertensión, etc.”
La doctora Martínez recomienda evitar el uso de dispositivos eléctricos, series, etc. “desde dos horas antes de ir a dormir y, por supuesto, dejar el móvil, tableta u ordenador apagado y fuera de la habitación”. En el caso de que esa desconexión dos horas antes no sea posible, la experta señala como “esencial” que bajen la intensidad de luz en la pantalla y cambien el color de esta a un tono más anaranjado o amarillento. La coordinadora del grupo de trabajo de Cronobiología de la SES añade la importancia de desactivar las notificaciones, sobre todo por la noche, y de marcarse un tiempo máximo de consumo de redes sociales. “De la misma forma, sería interesante marcarse un tiempo mínimo de realización de otras actividades alejados de los dispositivos electrónicos, como ejercicio al aire libre, quedar con amigos, salir a dar un paseo, visitar a familiares”, concluye.