Las autolesiones y el suicidio en niños y adolescentes se disparan

Autolesionarse en las piernas o en los brazos hasta hacerse sangre. La herramienta, una cuchilla o un cúter. “Era la forma que tenía de sentir algo y darme cuenta de que no estaba vacía”. Todo lo hacía para calmar su ansiedad, sus miedos, frustraciones… Marta (nombre ficticio) tiene 16 años y está pendiente de que la llamen para acudir a terapia con un psicólogo de servicios sociales del municipio donde reside. Antes ya probó con una psiquiatra de salud mental que la recetó fluoxetina, un antidepresivo que puede provocar, en casos muy minoritarios, como efectos secundarios, tendencias suicidas y que por eso ella se negó a seguir tomando. Ahora está pendiente de acudir a un nuevo psiquiatra, pero le han puesto en una lista de un año de espera en el Centro de Salud Mental de Majadahonda, así que ha tenido que buscar otro municipio donde puedan atenderla antes.

 

 

“Cuando te autolesionas es adictivo, te entra un subidón que te ayuda a relajarte, pero después de hacerlo tienes la misma ansiedad de antes y le añades la ansiedad de lo que has hecho, por lo que entras en un laberinto de culpa del que es muy difícil salir”, añade Marta.

Y ese laberinto no ha dejado de crecer en nuestro país. Según la Asociación Española de Pediatría, desde que se inició la pandemia por COVID la salud mental de los jóvenes y los adolescentes es alarmante. Se calcula que un 18% de los menores se infligen autolesiones antes de los 18 años. Entre los jóvenes de 15 a 29 años, según datos de la Fundación ANAR, el suicidio es ya la segunda causa de fallecimiento, solo superada por tumores malignos.

 

Pedro Javier Rodríguez es psiquiatra y forma parte del grupo de trabajo multidisciplinar de Salud Mental en la infancia, integrado por profesionales pediátricos de la Sociedad de Psiquiatría Infantil, la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas y la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria que se ha constituido para disminuir la morbimortalidad por suicidio entre los niños y adolescentes. Según sus estudios, este incremento del 246% de las autolesiones se da cuatro veces más entre las chicas y juegan como determinantes la forma de gestionar las emociones y la imitación de otras conductas por Internet.

 

También desde el gabinete psicológico Psicólogos Princesa 81 aseguran que las cifras de suicidio entre  los menores de 15 años se han duplicado en 2020.

 

 

 

 

Carencias en la prevención del suicidio entre jóvenes y adolescentes 

A lo largo de los últimos años, y en especial desde que se inició la pandemia por COVID, la salud mental de los niños y los adolescentes se está deteriorando. De modo especial, los adolescentes están presentando más síntomas depresivos, autolesiones y conductas suicidas.

Antes de la pandemia, se estimaba que el 30% de los menores habían presentado ideación suicida en algún momento, el 10% lo habían intentado y un 2% de forma seria, requiriendo atención médica.  

La Fundación ANAR ha atendido en este período un 145% más de llamadas de menores con ideas o intentos de suicidio, y un 180% más de autolesiones con respecto a los dos años previos. En el año 2020, se suicidaron en España 14 niños menores de 15 años, el doble que el año anterior.
 

Según la Asociación Española de Pediatría (AEP) en España aún no existe un plan nacional para la prevención del suicidio y detecta las siguientes carencias y limitaciones respecto a esta problemática:

-Ausencia o heterogeneidad de los programas de prevención del suicidio entre Comunidades Autónomas.

-Formación específica sobre salud mental y recursos insuficientes de los profesionales que están en contacto con los niños y adolescentes, tanto del ámbito sanitario (pediatras, médicos de AP), como del educativo (profesores, orientadores escolares).

-Desbordamiento de los servicios tanto de atención primaria como de urgencias y de atención a la salud mental.

Ante esta realidad, la AEP plantea crear una estrategia unificada para mejorar la atención de las personas de riesgo y sus familias. Además, insiste en implantar programas en centros escolares dirigidos a profesores, orientadores y mejorar e incrementar los recursos materiales y humanos de atención a la salud mental dirigidos a niños y adolescentes, tanto en atención primaria como especializada.

 

 

 

 

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