Por Clara Arrabal
11 de junio de 2025Las aplicaciones de seguimiento del ciclo menstrual emergieron hace años como una tecnología sanitaria cómoda, sencilla, al alcance de cualquiera, gratuita en la mayoría de las ocasiones y de gran fiabilidad para las nuevas generaciones; y lo hicieron en un contexto de limitado acceso a la información sobre salud menstrual debido al estigma y la escasez de investigación médica. Por ello, no es de extrañar que las mujeres jóvenes descarguen en sus móviles aplicaciones para monitorizar y evaluar su periodo.
Sin embargo, un nuevo informe de la Universidad de Cambrigde advierte: estas aplicaciones no son tecnologías médicas en el sentido tradicional, sino que más bien operan en el contexto del capitalismo de datos. Es decir, transforman la información sanitaria personal en puntos de datos que se recogen, analizan y venden, lo que plantea importantes riesgos para los usuarios.
Esta conclusión se extrae de un informe de la doctora Stefanie Felsberger y el Centro Minderoo para la Tecnología y la Democracia, titulado “Lo que está en juego en el seguimiento de la menstruación” (“The High Stakes of Tracking Menstruation”, en inglés), y que explica qué son las aplicaciones de seguimiento del ciclo y por qué la gente las utiliza, qué datos recogen y quién accede a ellos.
Este informe propone un punto de vista social ya que, según la doctora Felsberger, uno de los mayores problemas de estas aplicaciones es la falta de información de las jóvenes en temas de salud menstrual. Por ello, su objetivo es prevenir tanto a las personas que utilizan las apps como a las partes interesadas de las organizaciones de la sociedad civil, los responsables políticos y la industria.
“Todos necesitamos saber más sobre el uso y el mal uso de nuestros datos sensibles de seguimiento personal para poder apoyar las políticas que protegen nuestros datos de salud”, ha declarado a SMC Bryndl Hohmann-Marriott, codirectora de la Red de Investigación sobre Salud Menstrual y directora del Programa de Sociología, Estudios de Género y Criminología de la Universidad de Otago en Dunedin (Nueva Zelanda). Además, añadía: “Debemos mejorar la atención sanitaria, las políticas y la investigación”.
Este análisis también advierte de que las aplicaciones de control menstrual recopilan datos íntimos sobre la salud física y mental y las decisiones reproductivas de sus usuarias, y pueden ser explotados con fines comerciales o legales. “La gente subestima enormemente el valor comercial de los datos menstruales y hasta qué punto pueden proporcionar información sobre sus preferencias políticas, problemas de salud o elecciones reproductivas”, explica el informe, además de subrayar que muchas de las usuarias no son conscientes de que estos datos son extremadamente íntimos.
Por ello, como afirma Bryndl Hohmann-Marriott, este estudio de la Universidad de Cambridge es “una llamada de atención oportuna y necesaria que nos alerta a todos sobre el uso indebido de nuestros datos de salud vitales” ya que, aunque las aplicaciones de seguimiento del ciclo menstrual ofrecen un gran potencial para ser útiles, “es posible que las personas que las usan no estén tomando una decisión verdaderamente informada en un entorno normativo que no protege suficientemente la privacidad”.