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De 15 a 30 grados a la sombra: así afectan los cambios bruscos de temperatura al cuerpo humano

El estrés térmico o la deshidratación son algunas de las principales consecuencias que tienen estos cambios bruscos de temperatura en la salud

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De 15 a 30 grados a la sombra: así afectan los cambios bruscos de temperatura al cuerpo humano
Fuente: Freepik

Por Pedro Martínez

5 de junio de 2025

A pesar de que aún no exista un informe oficial, 2025 se ha presentado como un año especialmente lluvioso y con temperaturas bastante moderadas. Esta tendencia ha sido interrumpida por un mes de mayo que se ha posicionado como una potente antesala del verano, dejando temperaturas por encima de los 30 ºC en toda España. Esta variación en la climatología en tan poco tiempo tiene una serie de efectos sobre el organismo.

Alteraciones relacionadas exclusivamente con el calor

El cuerpo humano no está preparado para soportar cambios súbitos de temperatura, sino que necesita de cierto tiempo y una variación progresiva de los termómetros para poder adaptarse correctamente a este tipo de alteraciones. Así, cuando el cambio es repentino se produce lo que se conoce como estrés térmico, definido como la incapacidad del cuerpo de mantener una temperatura corporal adecuada a causa de una variación térmica ambiental brusca o desproporcionada. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta condición provoca confusión, mareos, desmayos y debilidad.

Además, estos cambios bruscos de temperatura se relacionan con ciertas alteraciones en la función cognitiva humana. En concreto, un informe de la OMS explica que esta situación aumenta aspectos anímicos como la agresividad o la irascibilidad y favorece la aparición de síntomas relacionados con la ansiedad, lo que supone un fuerte impacto en las interacciones sociales.

Empeoramiento de otras patologías

Una de las prioridades del cuerpo en esta situación es lograr mantener una temperatura corporal estable dentro de los límites saludables (36 ºC-37 ºC) pero, tal y como explica el doctor Pedro Gargantilla, director médico de Medicina Responsable, “en personas con enfermedades crónicas (diabetes, insuficiencia cardíaca, EPOC, insuficiencia renal, entre otras) estos mecanismos pueden estar alterados o ser menos eficaces, lo que les hace más vulnerables a los cambios ambientales. Durante estos periodos de altas temperaturas, el corazón trabaja más para mantener la presión arterial y la temperatura corporal, lo que puede desencadenar en arritmias, insuficiencia cardíaca o incluso infartos en personas con antecedentes cardíacos. Del mismo modo, las personas diabéticas pueden tener alterada su sudoración y el control de la glucosa, lo que incrementa el riesgo de deshidratación y complicaciones metabólicas. Además, la neuropatía puede dificultar la percepción de los síntomas de alarma”.

Pero las enfermedades cardiovasculares no son las únicas que se ven afectadas por las bruscas variaciones en la temperatura. Los riñones son uno de los órganos que más afectados se ven con la aparición de la deshidratación, una emergencia que “puede agravar la función renal y desencadenar insuficiencia aguda en pacientes con riñones frágiles”, explica el doctor Gargantilla.

Finalmente, los pacientes con patologías respiratorias como EPOC no están exentos de las consecuencias de estos cambios bruscos de temperatura. Gargantilla indica que “el calor junto con la contaminación y el aumento de Ozono, irrita las vías respiratorias, aumentando el riesgo de infecciones y crisis asmáticas”.



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