Por Andrea Martín
28 de octubre de 2022Este fin de semana los españoles, cumpliendo con la Directiva Comunitaria del Cambio de Hora, atrasaremos la hora de nuestro reloj para dar comienzo al horario de invierno. A las 03.00 horas de la madrugada serán las 02.00. De esta manera, amanecerá antes, pero también anochecerá más pronto.
Este cambio, que se inició en los años 70, supone, a efectos prácticos, cambiar de manera brusca la rutina de sueño y actividades a las que nuestro cuerpo está habituado. Según Pedro Gargantilla, director médico de Medicina Responsable, “este cambio de horario afecta, en primer lugar, a la hormona que regula el ciclo del sueño, la melatonina. Al cambiar la hora, nuestro cerebro interpreta que deberíamos seguir durmiendo o, por el contrario, que nos estamos levantando muy pronto”.
Otra consecuencia del cambio de horario está en nuestro reloj biológico. “Como el horario del trabajo continúa siendo el de siempre, pero nosotros nos despertamos una hora antes de lo normal, rompemos la rutina de sueño. Esto produce una sensación de jet-lag. Nos sentimos con una mayor fatiga, irritabilidad y cansancio, tanto físico como mental”. También existen otros tipos de efectos como somnolencia durante todo el día, falta de concentración, dificultades para dormir por la noche o disminución del rendimiento.
En esta misma línea, el doctor Eduard Estivill, especializado en diagnóstico y tratamiento de las alteraciones del sueño, alerta que es fundamental prepararse de forma progresiva, al menos cuatro días antes del cambio de hora, para minimizar los efectos y mantener nuestro nivel de energía, productividad y un buen estado de ánimo. “Los más afectados por el cambio de hora serán las personas mayores, los colectivos que trabajan por turnos y aquellas personas que sufren insomnio o duermen mal “, explica el doctor Estivill.
Pese a todas estas alteraciones que experimentamos para nuestra salud, el horario de invierno es el más saludable porque estamos más sincronizados con la salida de la luz solar y el inicio de nuestra jornada laboral. Por lo tanto, nuestro ritmo biológico se adapta mejor y el ciclo de sueño-vigilia es más natural que en verano.